porque por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida para suplir lo que faltaba en vuestro servicio por míFilipenses 2:30
La lección principal para aprender en Filipenses capítulo 2 la podríamos tomar del versículo 4, “no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”, y el apóstol nos da varios ejemplos a seguir. El primero de ellos es el ejemplo supremo y perfecto: el Señor Jesucristo. Luego nos da otros ejemplos como: Pablo (vv.12-18), Timoteo (vv.19-24) y Epafrodito (vv.25-30). Es este último al que se refiere el versículo citado al principio.
No tenemos muchos detalles de lo que fue la vida o el servicio de Epafrodito. Ni siquiera Pablo nos describe de qué manera fue que expuso su vida por la obra de Cristo. Lo que sí vemos muy en claro es que Epafrodito era un creyente que estaba dispuesto a darlo TODO. Su bienestar y comodidad no eran su prioridad. Su motivación no era lo que podía obtener en beneficio propio, ni tampoco esperaba lo que otros pudieran hacer por él.
Era un creyente consagrado a Cristo y entregado enteramente a la obra de Cristo. La iglesia en Filipos podía contar con él cuando se le asignaba una responsabilidad porque sabían que cumpliría. El apóstol Pablo podía confiar en él para cualquier tarea que se le asignara. Epafrodito era un creyente constante y fiel en el servicio, así el precio fuera alto.
¿Soy yo como Epafrodito?
¿Quién es de la parte del buen Salvador,
pronto a dedicarse ahora a su Señor,
y que abandonando su falaz vivir,
quiere acá servirle y aun con Él sufrir?
¿Quién de Cristo al lado quiere caminar?
¿Quién hasta Él desea los demás guiar?
Por tu rica gracia, por tu grande amor,
henos de tu parte, para Ti, Señor.
Miguel Mosquera
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