Nuestra vida debe ser para glorificar el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Esta palabra ‘glorificar’ quiere decir ‘exhibir la gloria de uno’. Estamos para exhibir la gloria de Cristo por medio de nuestro andar y nuestro testimonio.

Esto quiere decir que debemos reflejar el carácter de Cristo en nuestras vidas: su justicia, amor, bondad, verdad, misericordia, santidad, paciencia, es decir, Dios quiere que otras personas al vernos a nosotros pueda ver a Cristo. Esto fue lo que hizo que aquellos primeros discípulos fueran llamados cristianos (Hechos 11:26). Es inevitable que uno que vive para Dios se distinga del mundo. Este mundo está en las tinieblas del pecado, pero Dios nos ha puesto como luz del mundo. Si mi familia, amigos, o compañeros de escuela o trabajo, no se dan cuenta de una diferencia en mi vida entonces algo anda mal. Es triste que alguien que se llame cristiano quiera pasar desapercibido en el mundo como parte de él.

El pueblo de Israel anduvo en desobediencia e incredulidad por mucho tiempo, por lo que el profeta dijo: “he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron” (Ezequiel 36:21). En lugar de traer honra, trajeron deshonra al nombre de Dios. En una ocasión un incrédulo dijo: “para ser cristiano como los cristianos que trabajan aquí, mejor me quedo como estoy”. Esto no debe ser así.

Que nuestra vida, palabras, decisiones, y carácter exhiban la gloria de Cristo y traigan honra a su nombre.

¡Oh! santifícame, Señor,
mi alma llena de tu amor.
Permíteme oír
tu voz, tu rostro contemplar,
tus perfecciones admirar,
y así por Ti vivir.

Miguel Mosquera