Hablemos sobre: Liderazgo (Parte 1)

MiguelVida CristianaLeave a Comment

liderazgo

La idea que Dios tiene de liderazgo es muy diferente a cómo el mundo lo ve. Para el mundo el líder es alguien con autoridad, dominio, poder, carisma o popularidad. El Señor Jesucristo dijo «Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor» (Mateo 20:24-25). Para Dios un líder es uno que sirve a otros y, por supuesto, como todo lo que Cristo enseñaba se ponía a sí mismo como ejemplo: «como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:28).

Un líder es uno que es miembro del equipo, quien guía, cuida, sirve y da el ejemplo. El líder tiene una visión de adónde quiere ir y sabe cómo llegar allí, por eso otros lo siguen.

Cada uno de nosotros tiene el potencial de ser un líder y, de diferentes maneras, podemos estar ejerciendo liderazgo, bueno o malo, aun sin darnos cuenta. En la familia, negocios, sociedad y también en la iglesia Dios quiere líderes que le honren a Él y sigan el ejemplo que el Señor nos dejó.

Aprendamos algunas cosas sobre el liderazgo estudiando algunas características del sumo sacerdote descritas en Hebreos capítulo 5.

Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidadHebreos 5:1-2

En estos versículos encontramos tres expresiones que deben caracterizar al líder:

De entre los hombres

El sumo sacerdote debía ser tomado «de entre los hombres», es decir, uno que formara parte del grupo sería escogido por Dios. Aarón estaba entre los hijos de Israel cuando ellos vivían como esclavos en Egipto. A diferencia de Moisés, quien vivió sus primeros 40 años en el palacio de Faraón y luego en el desierto, Aarón era esclavo junto con el resto del pueblo, por lo tanto conocía la gente de mucho más tiempo, comprendía sus conflictos y heridas dejadas por la ruda esclavitud.

Igualmente el Señor Jesucristo se hizo hombre, como uno de nosotros. «Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo» (Hebreos 2:14). Vivió entre nosotros y por eso puede compadecerse de nuestras debilidades, prestarnos ayuda, comprender por lo que estamos pasando, porque también fue hombre. Es importante que el líder se considere parte del grupo y conviva con ellos para conocerles y prestar la ayuda apropiada en el momento que otros lo necesiten.

En cuanto al anciano de la iglesia se nos enseña que son quienes «trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan» (1 Tesalonicenses 5:12). Esa expresión «trabajan entre vosotros» es muy importante. Uno que llega nuevo a una congregación, por muy preparado que esté, no debe entrar directamente como líder o anciano, ya que no ha «trabajado entre ellos» y por lo tanto no conoce las necesidades de la grey.

A favor de los hombres

Para Dios un líder debe tener como propósito servir a otros. Así lo dijo y enseñó el Señor, poniéndose a sí mismo como ejemplo de esto. El líder no está para forzar, empujar, obligar al grupo, sino más bien para ser de ayuda, servir, entrenar, enseñar y encaminar.

El líder debe tener una buena relación con su Señor para guiar a otros a tenerla
Esa era la tarea del sumo sacerdote, estaba para servir a otros. Cristo nos dejó el ejemplo, ya que siendo el mismo Hijo de Dios «tomó forma de siervo». Su ministerio estuvo constantemente lleno de muestras de cuidado por los demás. No importaba cuánto habría ayudado a muchos durante el día, incluso al anochecer le traían los enfermos y Él los sanaba. A ninguno rechazó. Se interesaba por las personas, en conocerles, ayudarles y proveerles en sus necesidades.

Aunque es una característica de los líderes, el servicio a otros debe ser lo que caracterice a cualquier cristiano. Que seamos líderes como Timoteo, de quien se dice «que tan sinceramente se interese por vosotros. Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús» (Filipenses 2:20-21).

En lo que a Dios se refiere

El sumo sacerdote debía ser el líder espiritual de la nación. Su objetivo era guiar al pueblo a una relación íntima y sólida con Dios. Para esto era vital que el sumo sacerdote mismo gozara de una estrecha relación con Dios. Vemos las muchas fallas en el sacerdocio a lo largo de los siglos y todas ellas caen al mismo punto: una mala relación con Dios. Incluso en la profecía de Malaquías, Dios reprende a los líderes de la nación porque se habían apartado de Dios y ni cuenta se habían dado.

La vida del Señor estuvo enfocada en esto, guiar a otros a una mejor relación con Dios. Tal fue su deseo que no es posible acercarnos a Dios sino es por medio de Él. La razón de sus padecimientos fue «para llevarnos a Dios». Bien sea por lo que hablamos o por nuestro andar, el líder debe tener una buena relación con su Señor para guiar a otros a tenerla. Pablo es un gran ejemplo de esto: «Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo» (1 Corintios 11:1).

 

El liderazgo en el mundo ha quedado muy distorsionado y, en muchos casos, hay carencia de liderazgo. Lo mismo pasa entre el pueblo del Señor y hay todavía más peligro cuando se quiere copiar el liderazgo del mundo para aplicarlo en la iglesia, por muy exitoso que parezca ser afuera no funcionará entre el pueblo de Dios.

Seamos más como Cristo, siguiendo su ejemplo en todo, incluyendo el liderazgo.

Miguel Mosquera

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