El carisma y la astucia son dos de las características más destacadas de los líderes en el mundo. Pero no es así como Dios forma a sus líderes. El pueblo de Israel se impresionó con su primer rey, Saúl, porque a primera vista era admirable. Parecía ser humilde al principio, pero realmente en su corazón era un hombre muy orgulloso. Más adelante, Dios envió a Samuel a Belén para que ungiera un nuevo rey y Samuel se deja llevar por lo externo, pero Dios le enseñó que «Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» (1 Samuel 16:7). El candidato más inusual, quien no hablaba con nadie, no había sido exitoso en los negocios, sino que pasaba desapercibido cuidando las pocas ovejas de su padre; David, era quien Dios había escogido como el rey sobre Israel.
El Señor Jesucristo también habló sobre el liderazgo y, en el momento en que los discípulos buscaban grandeza, él dijo: «Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve» (Lucas 22:25-26). No hay duda que Él también fue un gran líder. Sus mismos enemigos reconocieron «Mirad, el mundo se va tras él» (Juan 12:19). El Señor también dijo: «el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45).
Mencionaremos algunas características importantes en los líderes:
Servicio
El evangelio de Marcos presenta al Señor Jesucristo como el Siervo de Dios. El versículo clave de este evangelio es «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45). Vemos la constante actividad del Señor durante su ministerio; enseñando, sanando enfermos, haciendo milagros, etc. Las palabras «y; entonces; inmediatamente» se repiten mucho.
Lo sé, el servir requiere humildad, y esto también debemos aprender del SeñorÉl está siempre pensando en el bienestar de otros. Su comodidad personal no es lo más importante. Bien sea haciendo lo necesario para ayudar a una persona (Marcos 5:1-20) o para ayudar a una multitud (Marcos 6:30-44), Él está dispuesto a hacerlo. En el aposento alto se ciñó la toalla y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla. Le estaba dando una lección a sus discípulos, «Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis» (Juan 13:14-15).
Cuando leemos 1 Timoteo 3:4 nos damos cuenta que la primera esfera de servicio es la casa y debe mostrarse fiel en esta tarea para poder mostrarse fiel en la obra de Dios.
El líder no está pensando lo que otros pueden hacer por él sino lo que él puede hacer por otros. Lo sé, el servir requiere humildad, y esto también debemos aprender del Señor, que dijo «Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mateo 11:29).
Relaciones
Las relaciones con otras personas son fundamentales en un líder. La relación más importante que tener en cuenta es la relación con Dios. Una mala relación con Dios afectará las relaciones con otros. Una mala relación con otros refleja que tenemos una mala relación con Dios.
La constante oración y lectura de la Palabra de Dios son esenciales para tener una buena relación con Dios. Asimismo, el líder debe aprender a sujetarse a la voluntad de Dios, de manera que otros al seguir al líder están siguiendo a Dios. Así fue como el Señor ejerció su liderazgo. «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14:9); «el que me recibe a mí, recibe al que me envió» (Mateo 10:40); «Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí» (Juan 14:11); «no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada» (Juan 8:29).
Para tener buenas relaciones es necesario tratar a todos por igual, ya que «si hacéis acepción de personas, cometéis pecado» (Santiago 2:9). Debemos vivir «estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo» (Filipenses 2:3), es decir, que el bienestar de otros está por encima del bienestar nuestro. «No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (Filipenses 2:4).
El Señor Jesucristo no despreciaba a ninguno. No importaba si fuese despreciado por otros. Siempre tenía tiempo para todos. Buscaba tener conversaciones con otras personas, porque sabía lo importante de la comunicación en las relaciones con otras personas.
Experiencia
La experiencia no es necesariamente tiempo, sino las lecciones que se aprenden a través del tiempo. En algunos casos no se aprende nada con el tiempo, como aquellos a quienes se les escribió la epístola a los Hebreos, quienes «debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido» (Hebreos 5:12).
Los errores cometidos en el pasado deben dejar huellas de aprendizaje, para no ser repetidos.
Un peligro muy grande de uno que aún no tiene experiencia ejerciendo el liderazgo es que caiga en la «condenación del diablo», como lo dice 1 Timoteo 3. ¿Cuál es la condenación del diablo? El orgullo, y por su ambición de querer más, pensó en usurpar el trono de Dios.
Convicción
El líder debe estar muy claro en su objetivo. La falta de convicción genera incertidumbre no solamente en el líder como tal, sino también en aquellos que le siguen. Al no haber claridad en la dirección a la que se está yendo se comenzará a cuestionar mucho la capacidad de liderazgo, y traerá desánimo entre los seguidores.
La verdad no debe negociarse, la Palabra de Dios debe ser el fundamento y la guía de todo cristiano, más aún del líder. Por eso cada día debe leer la Biblia. Las circunstancias no interpretan las Escrituras, son las Escrituras las que nos ayudan a entender las circunstancias y conocer el camino a seguir.
Así como el líder debe estar al tanto de lo que otros están haciendo y ofrecer su guía y dirección, también otro debe estar al tanto de lo que hace el líder. Un líder que no tiene a quien rendir cuentas se convertirá en un tirano. La responsabilidad principal es con Dios. Desviarse de la Palabra de Dios acarrea consecuencias y todo líder rendirá cuentas a Cristo por lo que hizo y como llevó a cabo su responsabilidad. «Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos» (Eclesiastés 5:8).
«Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén» (Hebreos 13:20-21).