Iglesias de Apocalipsis – Introducción

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Hay muchos que tienen la idea de que el libro de Apocalipsis tiene que ver con la catástrofe del fin del mundo y su destrucción. Lamentablemente, esta es la definición que da el diccionario de la Real Academia Española. Sin embargo, la palabra “apocalipsis” viene del griego, y significa “revelación”. La primera vez que la encontramos está en Lucas 2:32, que dice: “Luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel”.

El libro de Apocalipsis debe su nombre a la primera frase del libro: “La revelación de Jesucristo” (1:1). Es una revelación de parte de Dios, sobre las “cosas que deben suceder pronto”. Ahora, el centro de esta revelación no es el mundo y su destrucción, sino es Jesucristo y su gloria. Los primeros versículos nos describen la manera en que Dios nos ha dado esta revelación: Dios la dio al Señor Jesucristo, quien a su vez la declaró por medio de su ángel a su siervo Juan para escribirlas y dárnosla a nosotros. Hay una bienaventuranza al que lee, oye y guarda las cosas aquí escritas. De manera que no es algo de lo que debemos huir, sino más bien, ser atraídos a este libro tan importante.

Como hemos mencionado, el centro de esta revelación es Jesucristo y su gloria, así que desde el primer capítulo Juan lo está mostrando. Hay varios títulos dados al Señor Jesucristo en este primer capítulo, y luego una descripción en los vv. 12-16. 
Antes de considerar las enseñanzas a las iglesias es necesario dirigir nuestra atención a Aquél que anda en medio de estos candeleros, a saber, el Señor Jesucristo.

Los títulos de Cristo en Apocalipsis 1

Cada uno de los títulos dados a Cristo exaltan a Aquel que es el centro de esta revelación dada por Dios. Desde el v. 5 comenzamos a encontrar varios títulos de Cristo, algunos de ellos se repiten en otros capítulos.

Testigo Fiel

Uno que testifica habla sobre lo que ha visto y oído. Cristo vino como testigo de Dios, vino para “para dar testimonio a la verdad” (Juan 18:37). Ninguno que pudiera hablar sobre Dios y sobre verdades espirituales como el Hijo de Dios. El evangelio de Juan comienza hablando sobre la relación eterna del Verbo con Dios: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1); esa expresión “el Verbo era con Dios”, da la idea de dos Personas frente a frente entablando una conversación inteligente”. También nos dice el evangelista: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18). Además, Cristo dijo: “Yo hablo lo que he visto cerca del Padre” (Juan 8:38). No hay duda de que su testimonio es verdadero y confiable.

Adicionalmente, la palabra ‘testigo’ es la palabra griega ‘martus’ de donde viene nuestra palabra ‘mártir’. Tiene que ver con uno que testifica o da testimonio por medio de su muerte. En el libro de Apocalipsis es usado de esta manera en 2:13, “no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros” y luego en 17:6, “Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús”. De manera que al referirse a Cristo como el Testigo Fiel se está haciendo referencia a su muerte.

En el juicio previo a la crucifixión presentaron varios testigos contra el Señor, éstos eran testigos falsos, quienes mintieron para tener acusación contra Cristo. Sin embargo, el Señor fue fiel, a pesar de la oposición y a pesar de la sentencia de muerte que tenía. El testimonio que trajo le llevó a la muerte. Jesús le dijo a Pilato: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18:37). Cristo fue el Testigo fiel de parte de Dios, incluso en los momentos próximos a la muerte de la cruz. Su fidelidad, obediencia y determinación se hicieron evidentes en las circunstancias más adversas.

Primogénito de los muertos

Este título denota la preeminencia de Cristo. Cristo es el primero en resucitar para no volver a morir, y en ese sentido Él es el primero; Cristo es también el principal y preeminente en la resurrección ya que la resurrección del creyente está basada en la resurrección de Cristo. El apóstol Pablo lo expresa en 1 Corintios 5 al decir que “si Cristo no resucitó… entonces también los que durmieron en Cristo perecieron” (1 Corintios 15:17-18). Si el título de “Testigo fiel” nos hace considerar su muerte, entonces Primogénito de los muertos nos señala a su resurrección.

Soberano de los reyes de la tierra

En la parábola que el Señor relató sobre el hombre noble que fue a recibir un reino dice que sus conciudadanos le enviaron una embajada, diciendo: “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lucas 19:14). Esa ha sido la actitud del ser humano a lo largo de las edades. El Salmo 2 refiere a los reyes de la tierra y príncipes consultando unidos: “rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas”.

En la crucifixión los soldados se burlaron de Él poniéndole una corona de espinas sobre su cabeza e hincando la rodilla y la causa escrita en la cruz fue: Jesús nazareno, Rey de los judíos.

El Rey rechazado será coronado. Cristo vendrá en gloria como el Soberano de los reyes de la tierra, Aquel que gobierna y está por encima de los más poderosos. El gran rey Nabucodonosor fue humillado “hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere… cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades” (Daniel 4:32,34). Este título nos lleva a considerar su exaltación y venida en gloria.

En el libro de Apocalipsis Cristo ya no es visto como uno que puede ser rechazado y humillado. Ninguno podrá hacerle frente, ni siquiera el anticristo con todo su dominio y poderío mundial. Cristo viene como el Rey de reyes y Señor de señores.

Alfa y Omega, principio y fin

Alfa es la primera letra del alfabeto griego y omega es la última letra del alfabeto griego. Esta expresión va complementada con “el principio y fin”, o como también se menciona de manera similar, el “primero y el último” (1:22) o el “primero y el postrero” (2:8). También en el libro de Hebreos leemos: “el Autor y Consumador de la fe” (Hebreos 12:2)

‘El Alfa y Omega’ aparece cuatro veces en el libro de Apocalipsis y lleva la idea de comienzo a fin. Al utilizar las letras nos lleva a considerar la idea de comunicación. Todo el conocimiento puede ser revelado a través de las letras del alfabeto, y comunicado por este medio. Cristo es la completa revelación de Dios y en Él se tiene el conocimiento del Omnisciente.

De la misma manera el título “Principio y Fin” nos hace entender que Cristo es el origen de todas las cosas y también es quien va a llevar a cabo todo el plan de Dios hasta su final. “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3). Nada tuvo lugar sin la intervención de Cristo, y en repetidas ocasiones encontramos que Cristo es el Creador de todas las cosas: “por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:2). Además, es el sostenedor de todas las cosas, “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”, y también, es el desenlace de todo. Él llevará a cabo el plan de Dios completo, hasta su final. Dios ha dado todo el juicio al Hijo (Juan 5:22), juzgará a las naciones (Mateo 25:31-46), subyugará a todos sus enemigos (Salmo 110:1), triunfará sobre el anticristo y Satanás con sus huestes (Apocalipsis 19:11-21; 20:10), traerá paz en la tierra (Isaías 66:12) y reinará sobre la tierra con justicia, equidad y gloria (Salmo 72). Cristo cumplió a la perfección el plan de Dios para la salvación del pecador, y también culminará el plan de Dios con la humanidad.

Todopoderoso

Muchos debatirán sobre quién es el que habla las palabras de Apocalipsis 1:8, si es Dios el Padre o Dios el Hijo. Personalmente, pienso que son palabras del mismo Hijo de Dios, por dos razones:

      1. El capítulo 1 comienza con “la revelación de Jesucristo” y el resto del capítulo se centra en la revelación y despliegue de la gloria de Jesucristo. Además, los versículos previos están dirigidos a Cristo directamente: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él”. Los versículos siguientes también se refieren a Cristo: “oí detrás de mí una gran voz como de trompeta… y me volví para ver la voz que hablaba conmigo… y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre”.
      2. Más adelante en el libro de Apocalipsis el título “Alfa y omega, primero y último” es referido directamente al Señor Jesucristo: (Apocalipsis 1:11, 2:8, 22:12).

Sin necesidad de ser dogmático sobre el asunto, pero en caso de que fuera el Padre quien habla en el v.8, de igual manera nos demostraría la igualdad de Dios el Padre y Dios el Hijo al ser usados estos títulos en ambos.

El que vivo, y estuve muerto: Aquí está en consideración la muerte y la resurrección de Cristo. El mismo que fue rechazado en Jerusalén, Quien fue presentado por Pilato con una corona de espinas y colgado en la cruz. Aquél de quien se burlaron mientras colgaba en el madero, diciendo: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar” (Marcos 15:31). Él es el que se revela en gloria y poder, exaltado y dispuesto a impartir juicio justo.

Descripción de Cristo en vv.12-16

Después de escuchar la voz que hablaba con Él, el apóstol Juan contempla a uno semejante al Hijo del Hombre, ya no de la misma manera en que lo vio caminando humildemente por las calles de Galilea y haciendo milagros, sino uno que está glorificado y que muestra autoridad y poder.

Él está en “medio de los siete candeleros”. Cristo es el centro y también el Señor entre los candeleros. En el v.20 se nos dice que “los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”. Es por eso que es tan importante el cómo debemos conducirnos en la casa de Dios, ya que la iglesia es templo de Dios y hay que dar cuenta por nuestro andar en ella. Cristo conoce, evalúa y observa activamente lo que ocurre en las iglesias, algo que veremos con más detalle en los siguientes estudios. Esto no significa que Él aprueba las cosas malas que ocurre en la iglesia, sino lo contrario, tiene la autoridad de ejecutar juicio en su debido momento a quien haga el mal y no corrija.

Esta descripción que se hace del Señor Jesucristo tiene como fin llevarnos a meditar en cuanto a sus atributos. No hay duda de que la descripción aquí tiene semejanza con el Anciano de días descrito en el libro de Daniel (Daniel 7:9). También su descripción se puede comparar con las vestiduras de gloria del sumo sacerdote de Israel (Éxodo 28).

  • Sus vestidos que llegaban hasta los pies: Esta vestidura nos hace ver su dignidad oficial, Cristo es Juez.
  • Su cinto de oro en el pecho: nos lleva a pensar en su dignidad real, Cristo es Rey.
  • Su cabeza y sus cabellos blancos: nos hace ver su sabiduría y experiencia, de manera que el Hijo del Hombre no comete errores al dictar juicio.
  • Sus ojos como llama de fuego: no hay nada que escape de la mirada escudriñadora de Cristo. Él lo ve todo y puede penetrar hasta lo más profundo y secreto.
  • Sus pies semejantes al bronce bruñido: el bronce es símbolo del juicio, una característica de Cristo.
  • Su voz como estruendo de muchas aguas: la autoridad de sus palabras. Cuando Él habla ninguno más puede hablar. No viene a dialogar, ni tampoco espera una respuesta, sino que en esta ocasión Él habla con autoridad y poder.
Los siete candeleros y las siete estrellas

El v.20 nos declara el significado de los candeleros y las estrellas – “las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”. Unos versículos antes, leemos que el Hijo del Hombre está en medio de los siete candeleros y que en su diestra tiene las siete estrellas.

Se nos presenta una escena de noche. Hay estrellas en el cielo y candeleros en la tierra. Las estrellas son ángeles (en el cielo), y los candeleros son iglesias (en la tierra).

“El misterio de las siete estrellas… y de los siete candeleros de oro” (v.20). En las Escrituras los misterios no son cosas que permanecen ocultas, sino verdades que han estado ocultas y que Dios ha revelado. Daniel dio testimonio de Dios, diciendo: “hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber” (Daniel 2:28). Esto es lo que Dios está haciendo: revelándonos este misterio en los siguientes capítulos.

Los siete candeleros son siete iglesias mencionadas en 1:11 y a las cuales Cristo tiene un mensaje en los capítulos 2 y 3. No eran las únicas iglesias en Asia (Colosas también estaba en Asia), pero éstas han sido escogidas con un propósito, ya que ellas representan diferentes tipos de iglesias a lo largo de la historia.

En cada uno de los mensajes a las iglesias encontramos:

  • Cristo: siempre comienza describiendo alguna característica o título del Señor Jesucristo
  • Condición: Se relata la condición de la iglesia. En algunos casos hay algún elogio que dar por la buena condición de la iglesia, en otros casos son reproches. Las iglesias de Esmirna y Filadelfia no tienen ningún reproche, mientras que las iglesias de Sardis y Laodicea no reciben ningún elogio. Éfeso, Pérgamo y Tiatira reciben mensajes positivos y correctivos.
  • Corrección: En aquellas iglesias que son reprendidas el Señor hace un llamado a arrepentirse, de lo contrario vendrá en disciplina y juicio sobre esa iglesia
  • Creyente: Al final de cada mensaje a las iglesias, se hace un llamado a oír y una referencia a vencer. “El que venciere” es una referencia a todo creyente, como lo dice Romanos 8:37 – “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”, y luego también Juan en su epístola lo deja mucho más claro – “¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:5).

Miguel Mosquera

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