19:3,9 – Ya me habéis vituperado diez veces; ¿No os avergonzáis de injuriarme?… Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, y los que yo amaba se volvieron contra mí.
30:11,20 – Porque Dios desató su cuerda, y me afligió… Clamo a ti, y no me oyes; Me presento, y no me atiendes
Pero uno de los más grandes sufrimientos de Job es no poder encontrar respuesta en Dios. Parecía que Dios estaba lejos e inalcanzable, que quizás Dios no estaba interesado en su situación y parecía como si se hubiese vuelto su enemigo. Muchas veces nos sentimos así cuando estamos pasando por pruebas en nuestra vida pero, ¿realmente Dios nos abandona? ¿Será que Dios se había olvidado de Job? Por supuesto que no. Sin embargo las palabras de Job nos hacen recordar de uno que si fue abandonado. Dice el Salmo 22 acerca de Cristo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; y de noche, y no hay para mí reposo”. Dios en Su santidad y justicia abandonó a Cristo en la cruz demostrando cuánto Él aborrece el pecado. Cristo estaba llevando nuestros pecados y Él sí fue abandonado por Dios en la cruz, sufriendo, solitario. Siempre se apoyó en Su Dios y su vida estaba caracterizada por la comunión y cercanía con Dios. ¡Cuánto debió ser el sufrimiento del Señor al experimentar el abandono de Aquel en quien siempre había confiado!
Miguel Mosquera