José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente Mateo 1:19
Tres hombres, al principio de los evangelios, se describen como justos. Vemos a Zacarías, de quien se dice que era «justo e irreprensible» (Lucas 1:6) y aquí pensamos en su andar. Tenía un testimonio intachable y, siendo ya un hombre viejo, nos enseña de su perseverancia en los caminos del Señor. Leemos también de Simeón en Lucas 2:25-35 a quien, además de decir que era justo y piadoso, nos dice que «el Espíritu Santo estaba sobre él… le había sido revelado por el Espíritu Santo… y movido por el Espíritu Santo». Aquí notamos que un hombre justo vive en estrecha relación y comunión con el Espíritu Santo, recibiendo Su instrucción y guía.
José, esposo de María, también es llamado justo. Vemos que su justicia se reflejaba en su carácter y su prudencia en sus decisiones. Muchos de sus contemporáneos religiosos querían mostrar su piedad haciendo resaltar el pecado de otros, como en el caso de los fariseos. Por eso el Señor les llamó «sepulcros blanqueados», porque eran pura apariencia externa pero su verdadero carácter era injusto. José no utilizó el embarazo de María (que al momento parecía ser un pecado) como una manera de exponerla para él parecer más justo, sino que pensó en dejarla secretamente.
José nos enseña a ser prudente en las decisiones. Se nos dice que «pensando él en esto», no estaba apresurado en tomar acciones y esa prudencia le libró de cometer un error. Nuestra impaciencia puede llevarnos a tomar una mala decisión. José también era sensible a la voz de Dios, porque «hizo como el ángel del Señor le había mandado».
Que nuestra vida y carácter sean de una persona justa y que se pueda decir de nosotros como se dijo del Señor Jesucristo «verdaderamente este hombre era justo» (Lucas 23:47).
Miguel Mosquera
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