Y los hijos de Israel enviaron con él un presente a Eglón rey de Moab… Y entregó el presente a Eglón rey de Moab; y era Eglón hombre muy gruesoJueces 3:15,17
El segundo enemigo que subyugó al pueblo de Israel fue Moab, cuyo rey fue un hombre llamado Eglón.
Eglón era un hombre que lo quería todo para él, de allí que los hijos de Israel le enviaron presente. No era un regalo, sino que estaban pagando tributo. Eglón también se describe como un hombre grueso, lo cual refleja su deseo por saciarse a sí mismo. De allí que Eglón es una figura de la carne.
La carne en la Biblia es nuestra naturaleza que se inclina al mal y siempre está queriendo satisfacerse a sí misma. Está muy cerca de nosotros porque siempre está en nosotros. La carne quiere que “YO” esté en el trono. Mis intereses, mis deseos, mis derechos, mis gustos y todo lo que tiene que ver conmigo es alimentado por la carne y quiero ser el centro de atención de todos. Así era Eglón, y así es cualquier creyente que actúa en la carne.
¿Cómo fue vencido este rey malvado? Aod le dijo: “Tengo palabra de Dios para ti» (v.20) y tenía un puñal de doble filo escondido el cual usó para enterrarlo en el abdomen de Eglón. La Palabra de Dios es el arma eficaz contra la carne. Es la Palabra de Dios, es la espada de doble filo. Llega a lo más profundo de nuestro ser, juzgando aquello en nosotros que no es de agrado a Dios.
Eglón no fue resistido, tenía que morir. Así que nuestra lección es que debemos hacer “morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5).
El mundo está muy cerca
y abunda tentación;
suave es el engaño
y es necia la pasión.
Ven Tú, Señor, más cerca,
mostrando tu piedad,
y escuda al alma mía
de toda iniquidad.
Miguel Mosquera
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