…y traigamos el arca de nuestro Dios a nosotros, porque desde el tiempo de Saúl no hemos hecho caso de ella1 Crónicas 13:3
¿Cómo es posible que algo tan importante haya sido dejado de lado por tanto tiempo? No es de extrañarnos que el reino de Saúl haya sido tan inestable. No le había dado importancia al arca de Dios. En una sola ocasión vemos una referencia al arca del pacto en los tiempos de Saúl (1 Samuel 14:18), y fue más bien un intento de parte del rey de salir de un apuro. Pero, un momento: ¿No era esta arca la que había estado en medio del pueblo de Israel a lo largo de todo el trayecto hasta la tierra prometida? Ahora que habían llegado a la tierra prometida había sido deslazada y olvidada.
En nuestra vida ocurre lo mismo. Nos ocupamos de tantas cosas que no hacemos caso de lo más importante. Buscamos a Dios en momentos de apuros, de dificultad. Cuando requerimos de su guía o cuando el viento es contrario y, cuando nuestros problemas se resuelven, entonces ponemos el arca de la presencia de Dios a un lado.
Para David era algo importante tener el arca de Dios en medio del pueblo. La adoración a Dios era tan importante como salir a pelear las batallas de Israel. Era necesario que tuviese un lugar prominente en la capital del reino. Trajo el arca cuando su reino había sido establecido. No lo hizo por obligación sino con un corazón agradecido por todo lo que Dios había hecho por él, porque David estimaba a Dios. La adoración a Dios tenía que ser parte principal en su vida y en su reino. Dios recompensó esa devoción y confirmó su reino.
¿Es la adoración a Dios algo que nace de corazón y parte principal en tu vida?
Miguel Mosquera
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