La Aflicción de Ana

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la aflicción de Ana
…ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente1 Samuel 1:10
la aflicción de Ana

Spooky Street Light por Marina Shemesh en Dominio Público

Ana estaba pasando por una situación difícil. Comenzando por lo que significaba para una mujer, en el pueblo de Israel, no tener hijos. Sin embargo, ese no era el fin de su aflicción, porque sobre la dificultad de ser estéril se añadía otra mujer, casada con el mismo marido, que se dedicaba a hacer las vida de Ana más complicada. La Biblia llama a Penina «su rival», tenía que siempre llevarle la contraria, oponerse, a Ana. Pero también la irritaba, utilizaba el dolor de la esterilidad de Ana para sacarle provecho y hacer que la herida fuera más dolorosa. Penina era tan eficaz en su malicia que lograba lo que se proponía, enojando y entristeciendo a Ana, y además de esto, era insistente porque «así hacía cada año» (1 Samuel 1:7).

Su marido, Elcana, aunque la amaba y le daba una parte especial a ella, realmente no la comprendía. Quizás con la buena intención de darle ánimo, pero no la estaba ayudando, sino que le decía «¿por qué lloras?… ¿no te soy yo mejor que diez hijos?». Elí, el sumo sacerdote, la tomó por borracha. Tal era la aflicción de Ana que ella «lloraba, y no comía». ¿Sería posible que alguien pudiera comprender la magnitud del dolor que estaba pasando Ana? Sí, sí había, así que ella fue con su dolor a orar al Señor.

Quizás has pasado o estés pasando por una situación semejante. Hay otras personas que están utilizando la herida para sacar provecho y profundizar tu dolor. Otros no entienden, o malinterpretan la situación. Cristo vivió esta situación. Rechazado por sus hermanos, que incluso pensaban que estaba fuera de sí (Marcos 3:21). En el Getsemaní su alma estaba muy triste, pero sus discípulos no se percataban de la situación sino que estaban durmiendo, incluso uno de ellos, Judas, estaba traicionando al Señor para entregarle, sin embargo Cristo «encomendaba la causa al que juzga justamente» (1 Pedro 2:23). «Ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente» (Hebreos 5:7).

Cristo comprende tu situación, ve a Él con tu carga y dolor. «Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (1 Pedro 5:7).

¡Oh! ¡qué amigo nos es Cristo!, 
nuestras culpas Él llevó, 
y nos manda que llevemos 
todo a Dios en oración. 
¿Somos tristes, agobiados, 
y cargados de aflicción? 
Esto es porque no llevamos 
todo a Dios en oración. 

¿Te hallas débil y oprimido 
de cuidados y temor? 
A Jesús, refugio eterno, 
dile todo en oración. 
¿Te desprecian tus amigos? 
Cuéntale en oración; 
en sus brazos de amor tierno 
paz tendrá tu corazón.

Miguel Mosquera

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