Hemos notado en los artículos de ‘La Biblia – Sus Atributos’ y ‘La Biblia – Su Autor’, que este magnífico libro del cual estamos escribiendo es la santa Palabra de Dios y que Dios mismo es su autor. Esto lo hace un libro único e incomparable. Ahora, seguiremos hablando sobre la autoridad de la Biblia. La autoridad de la Biblia viene de Dios mismo, así que comenzaremos resaltando la autoridad de las palabras de Dios.
Su autoridad en la creación
Al menos 11 veces leemos esta expresión (o similar): “Dios dijo”. Dios habló, ¡y creó! Tal es el poder de su palabra. Todas las cosas por Él fueron hechas. No solamente esto, sino que “sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3).
Esta autoridad se ve en el Señor Jesucristo: “¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?” (Lucas 8:25), la moneda en la boca del pez (Mateo 17:27), la higuera que se secó (Marcos 11:14) o el gallo que cantó dos veces (Marcos 14:72), son algunos ejemplos. La creación obedece su voz.
“El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Números 23:19).
Su autoridad sobre los ángeles
“Jesucristo, quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades” (1 Pedro 3:22) y también, “cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios... ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Hebreos 1:6,14).
Los ángeles obedecen al mandato de Dios. Cuando Daniel oró a Dios, el ángel Gabriel le dijo, “Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela” (Daniel 9:23).
Su autoridad sobre los reinos
El rey con mayor dominio que jamás ha vivido sobre la tierra fue Nabucodonosor. Él se jactaba de todo lo que había logrado, sin darse cuenta que “el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad” (Daniel 2:37). Así como le fue dado dominio, también le fue quitado y fue humillado por causa de su altivez, cuando dice, “vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti... hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien Él quiere” (Daniel 4:32).
Salomón también nos recuerda que “Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos” (Eclesiastés 5:8). En otras palabras, los reyes cuando tienen poder se vuelven arrogantes y opresores, piensan que son dueños del mundo y pueden hacer lo que quieren, pero no se percatan que sobre ellos hay uno que verdaderamente es Supremo y a quien tienen que rendir cuenta. Cuando el Dios Altísimo decide, les quita el dominio porque tiene la autoridad de darlo y también de quitarlo.
El Dios Altísimo
Este es uno de los títulos que nos ayudan a comprender la grandeza de Dios. Este título lleva la idea de uno que está por encima de todas las cosas. No hay nadie que pueda igualarlo ni mucho menos superarlo.
¿Tiene Dios la autoridad de controlar tu vida y darte mandamientos y preceptos para que los cumplas? Seguro que sí. Lo maravilloso es que lo hace con amor
Nabucodonosor fue el rey con más dominio, pero no tuvo dominio sobre toda la tierra. Su dominio terminó y el reino de Babilonia vino a ser conquistado por otro. En cuanto a Dios su autoridad es eterna e irrevocable. Nunca vendrá otro a quitarlo de su lugar, por eso es el Dios Altísimo.
La voz de Dios es "como estruendo de muchas aguas” (Apocalipsis 1:16). Lleva fuerza, poder y autoridad. Hay que respetarla y sujetarse a lo que Dios dice.
La creación obedece su voz, los ángeles lo hacen, los reinos con todo su poderío deben responder a Su autoridad. Siendo esto así, ¿tiene Dios la autoridad de controlar tu vida y darte mandamientos y preceptos para que los cumplas? Seguro que sí. Lo maravilloso es que lo hace con amor, como dice “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3).
Miguel Mosquera
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