En el día que temo, yo en ti confíoSalmo 56:3
Incluso los más valientes pueden sentir temor. David, quien era un gran guerrero, que había enfrentado al gigante Goliat y había estado en situaciones de gran peligro, también sentía temor.
Todos podemos sentir temor en algún momento y habrá algunas cosas que nos hacen sentir un temor más profundo. Somos frágiles y vulnerables ante los peligros, lo cual trae incertidumbre en cuanto a lo que puede ocurrir y nuestro corazón se llena de temor. Este temor puede ser a alguna persona, alguna enfermedad, pérdida de empleo, peligros en la calle, o circunstancias que escapan de nuestro control. En medio del temor lo que más anhelamos es poder sentir seguridad.
Una mente positiva puede ayudar, pero el creyente no debe poner su confianza en sí mismo ni en la suerte. David sentía temor, pero aprendió que su seguridad descansaba en el Dios Todopoderoso. Es en Él en quien puso su confianza. Dios tiene todas las cosas en su control, nada es difícil para Él. Además, tiene misericordia y compasión por nosotros y extiende su brazo protector para hacernos sentir seguros.
Muchas veces no quitará las circunstancias, sino que se acercará a nosotros para abrazarnos y darnos su protección. Seguirá habiendo temores, pero podemos decir: “En el día que temo, yo en ti confío”
Cristo está conmigo, qué consolación;
su presencia quita todo mi temor.
Tengo la promesa de mi Salvador:
«No te dejaré nunca; siempre contigo estoy».
No tengo temor, no tengo temor.
Jesús me ha prometido: «Siempre contigo estoy».
Miguel Mosquera
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