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La decisión de Moisés

Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón (Hebreos 11:24-26)

 

Moisés tomó una decisión. Tenía en la balanza: Egipto y los hebreos. Egipto es la nación más grande de ese entonces, tenían poder y su progreso era indetenible, mientras que los hebreos era un grupo de personas que ni siquiera era una nación, ni estaba eso en sus planes en el momento. Egipto era, para Moisés, el reino, las riquezas, recordemos que Moisés fue criado en el palacio del Faraón con todos los privilegios que esto representaba, mientras que los hebreos no tenían mucho que ofrecer, eran esclavos. Pero al momento de tomar una decisión uno no puede mirar solamente lo que está en la punta de su nariz, debe ver más allá. Uno notar en Moisés que, aunque estaba en el palacio y rodeado de egipcios, él sabía que no pertenecía a ese lugar, esa no era su familia, esa no era su vida. Nuestro pasaje nos da la clave de por qué Moisés tomó esa decisión. Para Moisés no era una decisión entre Egipto y los hebreos, para él en la balanza estaba: Cristo y Egipto. ¿Ves la diferencia? Egipto era un país muy rico, pero Cristo le ofrecía mayores riquezas. Lo que Egipto ofrecía eran deleites temporales, Cristo le estaba ofreciendo ‘el galardón’. Al poner a Cristo en la balanza todo el brillo de mundo y su gloria simplemente se desvanece.

Mejor es mi Cristo que el oro mortal,
ser suyo prefiero que andar en el mal.
Mejor es mi Cristo que todo oropel,
prefiero ser guiado por su mano fiel.

Antes que ser rey de dominios mil
y vivir en la maldad,
prefiero a Cristo y sólo a Él
que lo que este mundo da.

Mejor es mi Cristo que el bien temporal,
prefiero ser fiel a su causa eternal.
No quiero la fama del mundo falaz,
prefiero seguirle y obtener su paz.

Romer Miguel Mosquera

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