La iglesia en Éfeso

MiguelIglesias de ApocalipsisLeave a Comment

El Señor Jesucristo dirige su primer mensaje a la iglesia en Éfeso. Ésta es la iglesia activa, ya que se destaca por su servicio constante al Señor. 

De la iglesia en Éfeso es la que más conocemos en todo el Nuevo Testamento (incluso más que la iglesia en Jerusalén), y por consiguiente la iglesia de la que más conocemos entre las siete a las cuales el Señor dirige sus mensajes en Apocalipsis. De Éfeso sabemos cómo llegó el evangelio (Hechos 18:19-19:41), la conversación del apóstol Pablo con los ancianos de la iglesia en Éfeso (Hechos 20:17-38), la carta a los Efesios, la primera carta a Timoteo fue escrita cuando éste estaba en Éfeso y, finalmente, este mensaje en Apocalipsis capítulo 2.

Ciudad de Éfeso 

Éfeso era la ciudad más importante y la capital de la provincia romana de Asia. Estaba ubicada en el lado oeste de la provincia, entre los ríos Hermus y Meander, en la costa del Mar Mediterráneo, y poseía un puerto comercial importante, al que tenía que ser removido los constantes depósitos de cieno para que pudiera ser navegable. 

Éfeso llegó a ser muy famosa por su templo a la diosa Diana de los efesios (Artemisa para los griegos), diosa de la fertilidad. Este templo constaba de 127 columnas, cada una de 18 metros de alto, y es considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo. Diana era la diosa principal en Éfeso, por lo que la ciudad de Éfeso se consideraba como “guardiana del templo de la gran diosa Diana”, aunque su alcance e influencia no solamente se limitaba a Éfeso sino a toda Asia (Hechos 19:27,35). 

La ciudad contaba con un gran teatro construido en las laderas del Monte Pión con capacidad para 24,000 personas. Allí fue donde se presentó la multitud para acusar a Pablo de estorbar el negocio de Demetrio y los que con él confeccionaban templecillos de la diosa Diana, en Hechos 19:29, y por dos horas gritaron “grande es Diana de los efesios”. Este gran escándalo que el evangelio causó en la ciudad de Éfeso nos hace ver lo arraigada que estaba la idolatría en esta ciudad. 

La magia también era muy practicada, según el relato de Hechos 19, cuando los que habían sido salvos sacaron sus libros de magia y los quemaron. La cuenta del costo de estos libros ascendía a 50,000 piezas de plata (unos 50,000 días de trabajo para un jornalero). 

A esta ciudad donde reinaban las tinieblas llegó la luz del evangelio. La primera mención a creyentes en esta ciudad la tenemos en Hechos 18:19 cuando el apóstol Pablo regresaba de su segundo viaje misionero. Llegó con Priscila y Aquila y allí estuvo predicando en la sinagoga en Éfeso. Aquila y Priscila quedaron en Éfeso, sin duda compartiendo el evangelio. Más tarde llegó Apolos quien también predicó la Palabra con elocuencia y mucho fervor (Hechos 18:24-26). 

En su tercer viaje misionero, el apóstol Pablo llegó a Éfeso y allí estuvo por tres años (Hechos 20:31) predicando la Palabra hasta que toda Asia había escuchado el mensaje de salvación. Puede que, por esta visita a Asia, se formaron las otras iglesias de Asia mencionadas en el libro de Apocalipsis. 

Éfeso es la iglesia de la que más conocemos en el Nuevo Testamento debido a las muchas menciones que encontramos de ella. Leemos de cómo llegó el evangelio a esta ciudad en Hechos 18 y 19; luego la conversación que el apóstol Pablo tiene con los ancianos de la iglesia en Hechos 20; más adelante, la carta que el apóstol Pablo escribe a la iglesia, conocida como la carta a los Efesios; y también la primera carta a Timoteo fue escrita cuando éste se encontraba en Éfeso (1 Timoteo 1:3) y las circunstancias descritas en esta epístola están asociadas a esta iglesia; finalmente, tenemos el mensaje del Señor, a través de Juan, para la iglesia en Éfeso en el libro de Apocalipsis. 

Características de Cristo 

El Señor se presenta como Aquel que tiene las siete estrellas en su diestra y anda en medio de los siete candeleros de oro. Esta imagen es tomada del capítulo 1, donde también se explica que las siete estrellas son los siete ángeles asociados a las iglesias y los siete candeleros son las siete iglesias. 

El Señor está mostrando su poder (diestra) y su lugar de honor (en medio). Está demostrando su autoridad sobre las iglesias y su capacidad de conocer y evaluar todo lo que está ocurriendo en ellas. Es un tema muy solemne pensar que el Cristo resucitado y glorificado está al tanto de todo lo que está ocurriendo en las congregaciones aquí en la tierra. Él no se fue al cielo para desentenderse de lo que pasa aquí, más bien, Él está evaluando y escudriñando a cada iglesia. Es por esto que debemos actuar conforme a la Palabra de Dios, ya que cada creyente debe dar cuenta delante de Él en el tribunal de Cristo. 

Debido a que Cristo tiene el lugar de honor y autoridad entre las iglesias, puede dirigir estos mensajes a cada una de las iglesias en Asia. No hay nada que se pueda ocultar delante de su mirada escrutadora y sus palabras no son exageradas, ni basadas en opiniones humanas; Él es Dios y, por lo tanto, conoce amplia y profundamente la condición de la iglesia. Si Cristo dirigiera un mensaje a su iglesia, ¿cómo sería su evaluación de lo que está ocurriendo allí? 

Condición de la iglesia 

El Señor ahora describe la condición de la iglesia. En algunas iglesias encontramos algo positivo solamente, como lo son Esmirna y Filadelfia; en otras iglesias solamente encontramos algo negativo, como lo son Sardis y Laodicea; mientas que hay tres iglesias a quienes se les dice algo positivo y algo negativo, como lo son Éfeso, Pérgamo y Tiatira. 

Entre las cosas positivas de la iglesia en Éfeso, que son dignas de imitar, encontramos cuatro cosas: 

  1. Arduo trabajo y paciencia (vv.3-4)
  2. No puedes soportar a los malos (v.3) 
  3. Probado a los que se dicen ser apóstoles, y los has hallado mentirosos (v.3)
  4. Aborreces las obras de los nicolaítas (v.6) 

        A todas las iglesias el Señor dirige su mensaje comenzando con las palabras “yo conozco tus obras”, y luego describe algo adicional. La expresión “Yo conozco tus obras” tiene un profundo sentido del conocimiento del Señor Jesucristo sobre cada detalle de la iglesia, no solamente lo visible sino también lo que está oculto y aun los motivos. 

        Éfeso era una iglesia activa, esto lo entendemos por las palabras “tu arduo trabajo y paciencia”. Aquí el trabajo es “una intensa labor unida a la dificultad y esfuerzo”. Si el Señor da esta descripción sobre la iglesia en Éfeso es evidente entonces que la iglesia estaba intensamente ocupada en el servicio al Señor. Su servicio los llevó a sufrir por el nombre del Señor, pero mostraron paciencia entre las dificultades. El v.3 refuerza la misma idea del v.2, hablando del arduo trabajo de los creyentes efesios y las pruebas y paciencia que tal labor habían traído. A pesar de las intensas y constantes actividades y pruebas los creyentes no habían menguado; la actividad no había disminuido, sino que continuaban trabajando por el nombre del Señor. En la expresión “por amor de mi nombre” la palabra amor no aparece en el original, sino que debería decir: “has trabajado arduamente por mi nombre”. El Señor está mostrando la valentía con que estos creyentes estaban trabajando para el Señor. No se avergonzaban de Él, sino que levantaban la bandera del evangelio y del nombre del Señor Jesucristo bien en alto. Identificarse con el nombre del Señor siempre ha traído persecución, y esto fue dicho por el Señor en Mateo 24:2 - “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre”. Así los efesios estaban dispuestos a continuar trabajando por el nombre del Señor a pesar de que esto les trajera el desprecio del mundo. 

        ¿Qué tanto estamos dispuestos a trabajar por el nombre del Señor? Hoy día escuchamos de creyentes que se avergüenza de identificarse con el nombre del Señor, otros que para ellos trabajar en la obra del Señor siempre representa una inconveniencia porque se interpone a sus propios intereses, hobbies y actividades seculares. Se llenan de responsabilidades y no tienen ningún tiempo disponible para ayudar en la iglesia. Tomemos el ejemplo de los creyentes en Éfeso y su constancia en el servicio y el arduo trabajo en la obra del Señor. 

        El Señor sigue diciendo de los efesios que “no puedes soportar a los malos”. Esto es característico del Señor Jesucristo, porque se dice de Él - “has amado la justicia, y aborrecido la maldad”. La iglesia en Éfeso no estaba buscando la gloria de los hombres ni tampoco agradar a los hombres. Hay ocasiones en que una iglesia puede comprometer sus principios bíblicos y tolerar a los malos con el fin de ganar la aprobación de los hombres, menospreciando a Dios y su Palabra. De hecho, la palabra tolerar tiene la idea de “llevar la carga”, y la leemos nuevamente en Gálatas 6:2 - “Sobrellevad los unos las cargas de los otros”. Entonces los creyentes en Éfeso no estaban dispuestos a llevar las cargas de hombres malos. No serían condescendientes con ellos, ni participar en sus malas acciones y malas intenciones. 

        Además, dice de ellos que “has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos”. Estos falsos maestros han estado perturbando la obra en Éfeso desde mucho tiempo antes (ver Hechos 20:29-31 y 1 Timoteo 1:3-4). No solamente estaban enseñando falsa doctrina, sino que decían ser apóstoles de Cristo, adjudicándose una autoridad que no les había sido conferida. Esto es característico de los falsos maestros quienes, como no tienen la autoridad de la Palabra de Dios para lo que enseñan, entonces necesitan usar algún tipo de autoridad que dé peso a su falsa enseñanza; así que, dicen haber recibido revelación de Dios, dicen ser profetas o dicen ser apóstoles, para con ello dar peso a su enseñanza y ejercer presión sobre los que escuchan para que obedezcan lo que ellos dicen. Los efesios no estaban dispuestos a tolerar este mal en la iglesia y pusieron en evaluación, por medio de la Palabra, el carácter, llamado, testimonio y enseñanza de estos falsos apóstoles y los hallaron mentirosos. Hoy día tenemos que ser muy cuidadosos y tener discernimiento antes de dar lugar a cualquiera que llamándose apóstol quiere enseñar diferente doctrina o predicar diferente evangelio del que aprendemos en la Palabra de Dios (Gálatas 1:8-9; Tito 1:10-16). 

        Finalmente, en el versículo 6, dice que “aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco”. Es difícil saber quiénes eran realmente estos nicolaítas por la poca referencia que tenemos en las Escrituras. Evidentemente, es algo que desagrada a Dios, porque dice: “yo también aborrezco”. En cuanto a esto se han planteado principalmente dos posibilidades de quiénes eran ellos: 

        • Seguidores de Nicolás: Este es un punto de vista muy antiguo presentado por un hombre llamado Ireneo, a finales del segundo siglo, y que vincula a los nicolaítas como una secta hereje que tomó su nombre de Nicolás de Antioquía, uno de los siete diáconos escogidos en Hechos 6:5. Este punto de vista describe a Nicolás como un apóstata cuya enseñanza se basaba en que la libertad del creyente en Cristo le daba licencia para comportamientos inmorales. En el mensaje a la iglesia en Pérgamo se vuelve a mencionar como la “doctrina de los nicolaítas” (2:15) y se menciona justo después de la doctrina de Balaam y su asociación con la idolatría y la fornicación. Esta mención en el mensaje a Pérgamo los lleva a la conclusión de que ambas doctrinas falsas estaban vinculadas, estableciendo un paralelo entre las acciones y enseñanzas de Balaam en el Antiguo Testamento y las de Nicolás en el Nuevo Testamento. 
          A favor de este punto tenemos su antigüedad, siendo que proviene de finales del segundo siglo y, por lo tanto, más cercano a la fecha en que se escribió el libro de Apocalipsis. Sin embargo, algunos historiadores (entre ellos Alford, Hort, Beckwith y Swete) no encuentran evidencia histórica de que Nicolás haya sido un apóstata y parece ser que su nombre ha sido utilizado para vincularlo con esta falsa enseñanza. El diccionario bíblico Holman menciona: “Algunos padres de la iglesia conectan a Nicolás con la secta hereje de los Nicolaítas. Sin embargo, este es un nombre muy común y no hay otra razón para asociar a este Nicolás con la secta activa en Asia Menor.  
          Además, en el mensaje a Pérgamo, el Señor menciona por separado la doctrina de Balaam y la doctrina de los nicolaítas, al decir: “tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam... y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas” (Apocalipsis 2:14-15); esa frase “y también tienes” hace ver que es algo adicional, pero no similar, a lo dicho anteriormente. 
        • Jerarquía eclesiástica: este punto de vista se basa en la etimología de la palabra. La palabra ‘Nicolaítas’ viene de ‘nico’, que quiere decir ‘victoria, conquistar o dominar’; y ‘laos’, que quiere decir ‘pueblo’; entonces, el significado de este nombre es “conquistar al pueblo”. Este punto de vista sugiere que los nicolaítas buscarían ejercer dominio sobre el pueblo del Señor y, por lo tanto, serían los precursores de la jerarquía eclesiástica. Hombres como Diótrefes (3 Juan 9) querían ejercer dominio. T. F. LaHaye escribe en su comentario de Apocalipisis - “La mayor maldición que ha podido ocurrir en el cristianismo es la jerarquía clerical y eclesial. Cuando hombres toman control del entrenamiento espiritual de otras personas y están en la posición de dominar la iglesia, su posición teológica dominará la iglesia tarde o temprano. La historia de la iglesia de Cristo Jesús es un continuo ciclo de iglesias autónomas amalgamadas en grandes convenciones o denominaciones de jerarquías eclesiásticas que eventualmente llegan a ser apóstatas”. (Revelation – Illustrated and made simple. T. F. LaHaye).

        Cuando llegamos al v.4 notamos inmediatamente el cambio de tono en el mensaje. El Señor, quien todo lo escudriña, tiene un reproche a la iglesia de Éfeso: “has dejado tu primer amor”. Él no se deja llevar por las apariencias porque puede ver el corazón. Esta iglesia tan activa y dinámica estaba fallando en un punto clave: su amor al Señor. ¿Qué les movía a ellos entonces a trabajar tanto en la obra de Dios? Quizás se habían acostumbrado a mantener un cierto nivel de actividad y lo continuaban haciendo, pero ya no por el motivo correcto. Alguien dijo en una ocasión que la iglesia en Éfeso estaba muy ocupada en la obra del Señor y había dejado al Señor de la obra. Nuestro servicio al Señor es importante, pero si no es llevado a cabo por la razón correcta se convierte en un simple ritualismo que pronto terminará y no trae alabanza a Dios. 

        Al decir: “has dejado” está indicando una acción voluntaria, no accidental. Amar al Señor es la prioridad de todo creyente. Notemos algunos versículos que nos hablan sobre el amor al Señor: 

        • Deuteronomio 6:5 - “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” 
        • Salmo 31:23 - “Amad a Jehová, todos vosotros sus santos; A los fieles guarda Jehová, Y paga abundantemente al que procede con soberbia” 
        • Salmo 97:10 - “Los que amáis a Jehová, aborreced el mal” 
        • Salmo 116:1 - “Amo a Jehová, pues ha oído Mi voz y mis súplicas” 
        • Juan 14:5 - “Si me amáis, guardad mis mandamientos” 
        • 1 Corintios 2:9 - “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman” 
        • Santiago 1:12 - “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” 

          Solamente en estos versículos hay mucho que escribir, pero lo dejo para la meditación de quien lee. Siempre recordemos que no es nuestro amor al Señor la fuente de nuestra salvación, sino el amor del Señor hacia nosotros, como lo explica 1 Juan 4:10 - "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. Dios ha tomado la iniciativa en cuanto al amor; no habiendo en nosotros nada digno de ser amados ya que habíamos ofendido a Dios y nos habíamos rebelado contra Él, sin embargo, por su abundante gracia e infinito amor Dios envió a su Hijo Jesucristo para morir en la cruz y ser la propiciación por nuestros pecados. Ahora, el que ha sido salvo por la gracia de Dios siente gran agradecimiento y afecto por Aquél que se entregó en la cruz para salvarle. Esta es la respuesta apropiada del creyente, amar al Señor y lo puede hacer “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5). 

          Cuando el Señor habló con Pedro después de su resurrección le hizo tres veces la misma pregunta: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?” (Juan 21:16). Una cosa es contestarle esto a otra persona que te lo pregunta, otra cosa es contestárselo al Señor mismo, quien conoce nuestro corazón y a quien no se le puede engañar. Si el Señor te lo preguntara, ¿qué le responderías? 

          Corrección a la iglesia 

          A cinco de las siete iglesias el Señor manda a arrepentirse. Esto nos muestra, en parte, la facilidad con que la iglesia puede desviarse del camino del Señor. También nos recuerda la paciencia del Señor y la oportunidad que Él nos da de corregir nuestro camino y volver a sus mandamientos. 

          El llamado a la iglesia en Éfeso era a recordar cómo estaba, cuando su corazón estaba lleno de amor al Señor. Necesitaban traer a la memoria lo que había sido de la iglesia en tiempo pasado; su amor y devoción al Señor, que les permitía disfrutar realmente de las bendiciones del Señor y que les motivaba a servir al Señor. No hay mejor momento en la vida de un creyente que el momento en que está disfrutando de su afecto y aprecio al Señor en una vida de santidad y comunión con Él. Es por eso que la adoración es primordial en la vida del creyente. El servicio vendrá como resultado de una devoción al Señor. 

          En el v.5 los verbos están en imperativo, esto quiere decir que son mandamientos del Señor y que no hay otra alternativa, sino hacer lo que Él dice. No es opcional, no son sugerencias, son mandatos divinos. Este mandato es a arrepentirse y hacer las primeras obras. Estas primeras obras estarían motivadas por su amor al Señor. Cristo era el centro de su vida y en enfoque de su servicio. 

          Un ejemplo de este amor lo vemos en Salomón que “amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David” (1 Reyes 3:3), este amor le llevó al servicio de construir el templo a Dios. Lamentablemente, tanto Salomón como la iglesia en Éfeso dejaron este primer amor y sufrieron las consecuencias de esto. 

          Para la iglesia en Éfeso las consecuencias de no arrepentirse serían que el Señor quitaría el candelero de su lugar, lo cual es una referencia a que la iglesia dejaría de existir. ¡Qué trágico que el Señor tenga que actuar de esta manera por la dureza del corazón de los creyentes! 

          Compensación al creyente 

          La promesa al creyente es a “comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (v.7). Este árbol de la vida nos lleva a Génesis 3, en el comienzo de todas las cosas. La entrada del pecado al mundo trajo la prohibición a acercarse al árbol de la vida, en lo cual Dios fue muy sabio al hacerlo. ¿Podríamos imaginar que el ser humano pueda vivir para siempre en un estado de ruina y dolor por causa del pecado? Ahora la promesa de tomar del árbol de la vida es posible por la obra redentora de Cristo, por quien todas las cosas serán restauradas. 

          El lugar del paraíso de Dios es la morada de Dios mismo. Es el mismo lugar al que se refiere el Señor cuando habló con el ladrón en la cruz: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43), y también donde el apóstol Pablo fue llevado y escuchó palabras inefables: “fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” (2 Corintios 12:4). 

          ¡Qué gran bendición y promesa del Señor de querer llevarnos con Él a morar para siempre! (Juan 14:3) 

          Siempre hablamos del mundo dichoso, 
          de los goces que Dios nos dará, 
          del país halagüeño y hermoso. 
          Mas hallarnos allí, ¿qué será? 

          Miguel Mosquera

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