Al hablar de la impecabilidad de Cristo nos referimos a que Cristo no pecó. El Nuevo Testamento nos deja esto bien en claro, por lo que comenzaremos citando cuatro versículos:
“Al que no conoció pecado”
2 Corintios 5:21
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores”
Hebreos 7:26
“el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca”
1 Pedro 2:22
Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él
1 Juan 3:5
El asunto queda muy claro: en Jesús no hay pecado. A pesar de encontrar grandes personajes en las Escrituras que buscaron seguir y hacer la voluntad de Dios, no hay ningún otro de quien se hagan estas afirmaciones, solamente el Señor Jesucristo.
Mucho se debate si Jesús podía pecar, pero no lo hizo; o si Jesús no podía pecar. El autor de estos estudios toma la segunda posición, ya que siendo Dios no podía ser atraído por el pecado. El debate se centra, principalmente, en un versículo clave que todavía no hemos citado:
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”
Hebreos 4:15
Dios no puede pecar
Necesitamos establecer primero la impecabilidad de Dios.
Santiago 1:13 dice: “Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie”. Sin embargo, leemos en algunas ocasiones en que Dios fue “tentado”, por ejemplo, en Hebreos 3:9 – “Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años”. El pueblo de Israel buscó inducir a Dios para actuar en contra de su carácter y, por lo tanto, pecar; sin embargo, Dios en ningún momento se sintió atraído o impulsado a hacerlo. Nunca ha habido ni habrá en Dios ninguna posibilidad de ser atraído al pecado. Es como comenzar a acercar un imán al hierro, llegará al punto en que quedará pegado al imán, porque hay fuerza de atracción entre los materiales, sin embargo, un trozo de madera nunca será atraído por el imán, no importa el tamaño del imán. Así, nosotros los pecadores podemos quedar atrapados por la tentación al sentirnos atraídos por ella, pero Dios nunca será atraído por el pecado.
De la misma manera, en Cristo no había ningún tipo de atracción al pecado. Nunca fue vulnerable al pecado, sino impenetrable por el pecado. La prueba fue muy real, al punto que su santo carácter sufrió por ella (Hebreos 2:18).
Ahora, si es así, ¿cómo podría Jesús compadecerse de nosotros en nuestras debilidades si Él mismo no podía pecar? Veamos lo que nos dice Charles C. Ryrie sobre esto:
“Sus tentaciones no iban encaminadas a ver si podía pecar, sino a demostrar que no podía. No obstante, eran reales porque la realidad de una prueba no consiste ni en la naturaleza moral del que es tentado ni en la capacidad de ceder a ella. Y, por supuesto, su aptitud para compadecerse de nosotros no exige una correspondencia total en los particulares de las pruebas”
Charles C. Ryrie (Síntesis de doctrina bíblica)
También William MacDonald señala que:
“Si pones el oro a prueba en el fuego, la prueba no es menos válida porque el oro sea puro. Si hay impureza, la prueba lo mostrará. De la misma manera es un error argumentar que si Él no podía pecar, entonces no era completamente humano. El pecado no es un elemento esencial en la humanidad; más bien un intruso. Nuestra humanidad ha sido dañada por el pecado, Su humanidad fue perfecta”
William MacDonald (Believer’s Bible Commentary)
Ciertamente, que fue tentado en todo no significa que tenía que haber pecado para poder compadecerse de nosotros en nuestro pecado. Cuando pecamos, no es compasión lo que necesitamos, sino disciplina, para que participemos de Su santidad (Hebreos 12:10).
De manera que, debemos concluir que el Señor Jesucristo es completamente hombre, perfecto y sin pecado, ya que no podía pecar.
Miguel Mosquera
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