Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijosSalmo 103:17
Al escribir el Salmo 103 el salmista rebosa de palabras de alabanza hacia Dios por sus muchas bendiciones. Con corazón humilde reconoce que no es merecedor de tantas bendiciones de parte de Dios, al decir: “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades” (v.10). Toda la alabanza es para Dios.
Al considerar los beneficios de Dios, comienza apreciando el perdón y el consuelo de Dios (v.3). Es amplio ya que perdona ‘todas’ tus iniquidades y sana ‘todas’ tus dolencias. También dice que Dios es “El que rescata del hoyo tu vida”. Dios extiende su mano cuando estamos pasando por situaciones de aflicción. Finalmente, habla de la satisfacción que Dios puede dar al creyente, de manera que no hace falta más nada, porque Dios es “El que sacia de bien tu boca” (v.5).
El rey David, al escribir el salmo, no pone límite a sus pensamientos en cuanto a la gran misericordia de Dios. Al expresarlo usa la frase: “desde la eternidad y hasta la eternidad”, donde no hay límites ni fronteras a la misericordia de Dios, ni en tamaño, ni en tiempo, ni en su demostración. Se extiende más allá de lo que nuestras mentes pueden comprender. Esta inmensa misericordia está a la disposición de quienes le temen.
Su misericordia va de la mano con su justicia. Una de las maravillas de Dios es que todos sus atributos están en perfecta armonía, y en la cruz de Cristo Dios demostró su misericordia y justicia a un costo muy alto.
Cuando el creyente pasa por momentos difíciles, de dolor, aflicción, tristeza o prueba, puede recordar que la misericordia de Dios se extiende sin límite, para llegar a nosotros y llenarnos. No solamente para encontrar el consuelo necesario en medio de la prueba, sino para dirigir nuestra mirada a Dios para alabarle: “Bendice, alma mía, a Jehová; y bendiga todo mi ser su santo nombre”.
Del santo amor de Cristo que no tendrá su igual,
de su divina gracia, sublime y eternal,
de su misericordia, inmensa como el mar
y cual los cielos alta, con gozo he de cantar.
Miguel Mosquera
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