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La Muerte, Sepultura y Resurrección de Cristo

La muerte, sepultura y resurrección de Cristo es el corazón, el núcleo, de la fe cristiana. Así lo expresó el apóstol: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3-4). Sin su perfecta obra de redención a favor nuestro sería imposible la salvación y la reconciliación del pecador con el Dios santo. 

Su Muerte 

En este estudio mencionaremos algunos aspectos de la muerte de Cristo esperando despertar en el lector el deseo de estudiar más profundamente este precioso tema. La Palabra de Dios abunda en describirnos los detalles de la muerte de Cristo, a través de ilustraciones y aplicaciones, su lugar en el plan eterno de salvación de Dios para la raza humana y su vigencia eterna.  

Así que, la muerte de Cristo fue: 

Voluntaria 

Ninguno podía obligar a Cristo a ir a la cruz y morir. 

En cuanto a su humillación el apóstol Pablo dice en Filipenses 2:7-8 que Jesús “se despojó a sí mismo” al hacerse siervo, luego estando en la condición de hombre “se humilló a sí mismo” y, finalmente, “haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. 

En cuanto a su arresto le llevaron atado. ¿Podían atar al Creador del Universo? De ninguna manera. Tal es el poder del Señor Jesucristo que la noche en que le arrestaron, la turba dijo que buscaban a Jesús de Nazaret y “Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra” (Juan 18:6). El diccionario griego de Thayer nos dice que una de las definiciones de la palabra “cayeron” es: “descender de una posición recta a una posición postrada”. Es decir, no fue que se tropezaron y se tiraron al suelo. Estos hombres se postraron delante de Jesús. El Hijo de Dios se entregó voluntariamente.  

En cuanto a su juico nadie podía condenarle. Jesús le dijo a Pilato: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba” (Juan 19:11). Con toda su arrogancia y autoridad romana Pilato no tenía ninguna autoridad sobre Cristo, el Soberano de los reyes de la tierra. 

En cuanto a su muerte también fue voluntaria. Cristo no murió desangrado, ni por la sed, ni por las heridas de la crucifixión. Él había dicho: “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Juan 10:18). Los que eran crucificados podían durar días colgados antes de morir, por eso Pilato se sorprendió de que Jesús hubiese muerto tan pronto (Marcos 15:44). El Hijo de Dios entregó el espíritu voluntariamente. 

Violenta 

No nos es difícil visualizar la violencia del Calvario, sin embargo, nuestras mentes siempre quedarán cortas al imaginarnos sus heridas. Recordemos las palabras del Señor al describir estas horas de sufrimiento: “ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas” (Lucas 22:53). ¿Podemos comprender el pleno significado de las palabras de Jesús: “la potestad de las tinieblas”? Las fuerzas del mal en toda tu intensidad y energía fluyeron como un torrente río contra el manso Cordero de Dios. El Salmo 22 usa varios animales para describir el carácter y la crueldad de lo enemigos del Señor: Toros de Basán, león rapaz y rugiente, perros me han rodeado, cuernos de los búfalos. Todos estos son animales depredadores, fuertes y violentos. 

En su juicio le golpearon y escupieron: “Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban”.  Los golpes fueron con la mano cerrada (puñetazos) y también con la mano abierta (bofetada). 

Continuando con el juicio, pero esta vez el de Pilato, el hombre que quería soltar a Jesús, el evangelista Juan nos dice: “entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó”. El Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado CLIE describe los azotes romanos de la siguiente manera: 

“Cuando era condenado a la crucifixión, antes debía ser azotado con correas o cuerdas, provistas a veces con nudos o bolas de metal, y constituía un castigo totalmente inhumano que con frecuencia acarreaba la muerte del reo. Estos azotes, o flagelación, se ejecutaron en Jesucristo (Mateo 27:26), probablemente dentro del pretorio” 

Luego tenemos la violencia de los soldados al reunir a la compañía y burlarse de Jesús como rey. Le pusieron una corona tejida de espinas y le dieron una caña como especie de cetro. Luego “tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza” (Mateo 26:29). 

Luego fue la crucifixión; los clavos en sus manos y pies evidentemente representaban un sufrimiento y dolor muy intenso. 

La misma crucifixión era un método de ejecución violenta y vergonzosa. Esto nos lleva al siguiente punto. 

Vergonzosa 

Una de las mayores vergüenzas para un hombre era ser desnudado públicamente. Esto fue lo que hicieron con Jesús cuando los soldados “desnudándole, le echaron encima un manto escarlata”. Luego, al ser crucificado fue nuevamente despojado de sus ropas, las cuales las repartieron y echaron suertes. Bien dice el himno: 

Levantado fue Jesús 
en la vergonzosa cruz 
para darme la salud. 
¡Aleluya! ¡Gloria a Cristo! 

Vicaria 

La palabra vicario significa: “Que tiene las veces, poder y facultades de otra persona o la sustituye”. Esto quiere decir que la muerte del Señor Jesucristo fue en sustitución por el pecador. Lo explica el apóstol Pedro: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18). 

La idea de la sustitución es ampliamente ilustrada en el Antiguo Testamento, especialmente en los sacrificios donde la víctima era inmolada en lugar del pecador. Sin embargo, un ejemplo muy conmovedor y a la vez práctico sobre la sustitución lo encontramos en Génesis 44 en el caso de Judá y Benjamín. El relato toma varios capítulos, pero Benjamín había sido hallado culpable de robar la copa de plata de José, el gobernador de Egipto, y por lo tanto debía quedarse como esclavo en Egipto, sin embargo, Judá, hermano mayor de Benjamín, salió en su defensa, y se ofreció para quedar como esclavo en lugar del joven Benjamín. Las palabras de Judá a José fueron: “Como tu siervo salió por fiador del joven con mi padre… te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo [Judá] en lugar del joven [Benjamín] por siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos” (Génesis 44:32-33). Judá estaba dispuesto a llevar el castigo de Benjamín. Fíjese de las palabras “en lugar de”, que nos ilustran lo que significa la sustitución. Eso fue lo que Jesús hizo a nuestro favor al tomar el lugar de nosotros los culpables y morir en la cruz. 

Victoriosa 

Los sacerdotes y principales de los judíos pensaron que finalmente se había logrado deshacer de Jesús. Los discípulos pensaron que la causa de Jesús había terminado y temor y espanto embargaron sus corazones. Nada estaba más lejos de la realidad. Sin llegar todavía a la resurrección, veamos desde la cruz algunas pruebas de la victoria de la muerte de Cristo. 

Las palabras de Cristo: Cuando todo estuvo terminado Jesús dijo: “Consumado es” (Juan 19:30). En griego esta es una sola palabra “tetelestai”, que significa “todo está completado, todo está cumplido”. Nunca en la historia una sola palabra había tenido tanto significado como estas palabras. Esto quiere decir que la obra de la salvación quedó completada y el pecador puede ser salvo a través de la fe en Jesucristo. Nada más tenemos que añadir, nada más podemos añadir. Todo quedó hecho por Cristo. 

Ya el infierno está vencido 
y la muerte es sin horror 
para el hombre redimido 
que confía en su Señor. 
«Consumado es, consumado es, consumado es», 
el rescate de amor. 

    • Las señales después de su muerte: El evangelista Mateo es quien menciona lo ocurrido luego de que Cristo entregó el espíritu: “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos” (Mateo 27:51-53). Esta no fue cualquier muerte, fue una muerte victoriosa. 
    • El testimonio del centurión: Al ver todas las cosas que habían ocurrido, el centurión que estaba allí presente y era responsable por los acontecimientos aquel día dijo: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”. 
    • La muerte no tuvo poder sobre Cristo: Nadie tiene control sobre la muerte, ninguno puede escoger cuándo morir o cuándo vivir. Cristo usó la muerte como arma para derrotar al diablo: “para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Hebreos 2:14). 
Vigente 

A pesar de que la muerte de Cristo fue un evento ocurrido hace 2,000 años nunca perderá su vigencia. Es el único medio de salvación para el pecador, lo fue en el primer siglo y lo es ahora. Por la eternidad le alabaremos, porque “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9). 

Su Sepultura 

La sepultura en los tiempos bíblicos tenía una gran importancia, especialmente entre los judíos. No darle sepultura a alguien significaba una humillación y vergüenza pública, lo que se interpretaba como un juicio divino. Tenemos, por ejemplo, el caso de Jezabel, una mujer perversa sobre quien Dios pronunció juicio de que su cuerpo sería comido por los perros (1 Reyes 21:23 y 2 Reyes 9:30-37). También era una vergüenza pública lo que los filisteos hicieron con el cuerpo de Saúl y sus hijos al levantar sus cuerpos en un muro (1 Samuel 31:10), sin embargo, los hombres de Jabes arriesgaron su vida para dar sepultura digna a su rey y le enterraron en Jabes (1 Samuel 31:11-13). 

Los cuerpos sin vida de los crucificados al quedar expuestos a la intemperie eran vulnerables a la descomposición y a las aves carroñeras. No sería el caso del Hijo de Dios. A pesar de que sus discípulos habían huido, Dios tenía preparado un discípulo secreto, hombre rico de Arimatea, para dar sepultura a Jesús. 

Hay dos características que se nos dan en cuanto al sepulcro. La primera está en Mateo 27:60 y es que era un sepulcro labrado en la peña. Esto nos hace ver lo costosísimo que sería aquel sepulcro, en cumplimiento de lo que había dicho el profeta Isaías (Isaías 53:9). 

La segunda característica es que era un sepulcro nuevo. ¿Por qué esto era importante? Tenemos un caso en el Antiguo Testamento en el que una persona muerta fue echada en el sepulcro del profeta Eliseo y al tocar los huesos del profeta ocurrió el milagro de que la persona resucitó (2 Reyes 13:20-21). Si el cuerpo de Jesús hubiese sido puesto en un sepulcro usado, bien podían los judíos argumentar que la resurrección había sido por contacto con los huesos de la otra persona (como en el caso de Eliseo) en lugar del mismo poder de Jesús, pero siendo un sepulcro nuevo, tener una piedra en la entrada y una guardia vigilando, sabemos que el poder de su resurrección no vino de ninguna otra persona más que Él mismo que tiene poder para poder su vida y tiene poder para volverla a tomar (Juan 1017-18). 

Su Resurrección 

La resurrección de Cristo es la sólida base de la fe cristiana. Al apóstol Pablo toca el tema de forma magistral en 1 Corintios 15, señalando que: “si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (1 Corintios 15:14). Todo es vacío y sin sentido si Jesús no resucitó. No es de sorprenderse que la resurrección de Cristo haya sido atacada tan fuertemente a lo largo de los siglos y lo siga siendo ahora. Sin embargo, las Escrituras responden a cualquier argumento que se ha presentado contra la resurrección. 

A continuación, presentamos un orden de los eventos de la resurrección tomando los cuatro evangelios. Esta secuencia no es más que el resultado de un estudio sistemático y detallado de los relatos en los evangelios sobre la resurrección y las evidencias presentadas por el apóstol Pablo en 1 Corintios 15. 

  1. La resurrección al amanecer – Mateo 28:2-4 
  2. Las mujeres, habiendo llevado especias aromáticas, encuentran el sepulcro abierto y vacío. María Magdalena regresa para contarle a Pedro y a Juan – Mateo 28:1; Marcos 16:1-4; Lucas 24:1-3; Juan 20:1-2 
  3. Las otras mujeres, quedándose, ven a dos ángeles, quienes les declaran la resurrección del Señor –Mateo 28:5-7; Marcos 16:5-7; Lucas 24:4-8 
  4. El Señor Jesús aparece a María Magdalena (Primera aparición) – Marcos 16:9-11; Juan 20:11-18 
  5. El Señor sale al encuentro de las otras mujeres mientras ellas regresaban a la ciudad (Segunda aparición) – Mateo 28:8-10; Marcos 16:8; Lucas 24:9-11 
  6. Pedro y Juan consiguen el sepulcro vacío – Lucas 24:12; Juan 20:3-10 
  7. Aviso de los soldados a los principales sacerdotes – Mateo 28:11-15 
  8. Aparece a Pedro (Tercera aparición) – Mateo 24:34; 1 Corintios 15:5 
  9. El Señor se le aparece a dos discípulos camino a Emaús (Cuarta aparición) – Marcos 16:12-13; Lucas 24:13-35 
  10. El Señor se le aparece a los diez, estando Tomás ausente (Quinta aparición) – Marcos 16:14; Lucas 24:36-49; Juan 20:19-25 
  11. El Señor se les aparece a sus discípulos de nuevo, estando Tomás presente (Sexta aparición) – Juan 20:26-29 
  12. Los once se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. El Señor se acerca y les manda que enseñen a todas las naciones (Séptima aparición) – Mateo 28:16-20; Lucas 16:15-18 
  13. El Señor se manifiesta en el mar de Tiberias (Octava aparición). Le encarga a Simón a apacentar sus corderos, sus ovejas y ovejas jóvenes – Juan 21:1-24 
  14. Aparece a más de quinientos hermanos a la vez, probablemente en compañía de los once (Novena aparición) – 1 Corintios 15:6 
  15. El Señor aparece a Jacobo, y luego a todos los apóstoles (Décima aparición) – Hechos 1:3-8, 1 Corintios 15:7 
  16. La Ascensión – Marcos 16:19-20; Lucas 24:50-53; Hechos 1:9-12 
  17. Aparece al apóstol Pablo – Hechos 9:1-7; 1 Corintios 15:8 

                                  Gracias a Dios por enviar a su Hijo para obrar la salvación a nuestro favor. Confía en Él y tendrás el perdón de tus pecados. 

                                  Miguel Mosquera

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