Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fueseJuan 17:5
Un aspecto muy claro que el Señor está resaltando en esta oración es la RELACIÓN entre el Hijo y el Padre. Tres aspectos podemos apreciar en cuanto a esta relación:
Es ETERNA: Cristo hace referencia a que era antes que el mundo fuese. La relación entre Dios el Padre y Dios el Hijo trasciende el tiempo, no tiene principio ni fin. Juan comienza su evangelio diciendo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios” (Juan 1:1). Esa expresión “el Verbo era con Dios» lleva la idea de ‘dos personas, cara a cara, entablando una conversación inteligente’. Son el Hijo y el Padre en una relación eterna.
Es ESTRECHA, ya que Cristo dice en el v.21 “como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti… así como nosotros somos uno”. No puede ser quebrantada ni interrumpida, una perfecta unidad en la Trinidad divina.
Ha sido EXTENDIDA a nosotros. Dios no nos creó porque haya sentido una necesidad emocional o relacional. Dios está perfectamente completo disfrutando de esa relación eterna, pero ha sido su deseo de darse a conocer a los suyos y que podamos nosotros disfrutar de esa relación y ser parte de ella.
¡Qué maravilla la gracia de Dios manifestada a nosotros! “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado” (v.24). ¡Gloria a Cristo!
Soy de Él, sí soy de Él por su amor tan tierno y fiel.
Cuando pruebas muchas son me conforta el corazón.
Lo de aquí se cambiará, nuestra vida pasará;
mas por la eternidad suyo soy y mío es Él.
Miguel Mosquera
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