Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la pericia de sus manosSalmo 78:72
Podemos notar dos características del Gran Pastor de las ovejas. La integridad de su corazón y la pericia de sus manos. En cuanto a la integridad de su corazón podemos confiar en Él porque siempre hará lo que es correcto. Las Escrituras hacen referencia a muchos pastores y sus fallas. El Señor mismo hizo referencia al ‘asalariado’ que “no le importan las ovejas” (Juan 10:13). Habla sobre el ladrón y salteador quienes quieren matar, hurtar y destruir. En contraste, nuestro Pastor “cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas” (Juan 10:4). Él traza el camino, guía con su voz y con su ejemplo, por eso las ovejas oyen su voz y le siguen.
También habla sobre la pericia de sus manos. El diccionario define la pericia como la “sabiduría, práctica, experiencia y habilidad en una ciencia o arte”. Si uno lleva el carro a un buen mecánico se podrá sorprender de la destreza que muestra para diagnosticar el problema y trabajar hasta resolverlo. Así es Cristo como nuestro Pastor. No hay ninguna área de nuestra vida en la que nuestro Pastor no sepa qué hacer. Sean dificultades en la familia, el trabajo, financieros, enfermedad o espirituales. Podemos confiar nuestra vida plenamente a Él y saber que con pericia nos pastoreará. Atenderá el asunto con la mayor habilidad y experiencia.
Que nuestra actitud sea como la de los discípulos: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68). Ninguno que tenga la habilidad de Cristo para atender cualquier situación en el rebaño y en nuestra vida y siempre hará lo que es correcto.
Me guía Él, me guía Él,
Con cuánto amor me guía Él;
No abrigo dudas ni temor,
Pues me conduce el buen Pastor.
Miguel Mosquera
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