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La Prueba de la Amargura

“Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios”
(1 Samuel 30:6)

Aquí están todos encerrados en una caja negra llamada “amargura”. Nadie puede ver hacia afuera y lo único que los tiene rodeados es su problema. Así vive la gente amargada. Nunca se debe subestimar el potencial de una persona amargada para hacer daño. Esaú estaba dispuesto incluso a matar a su hermano, Caín no sólo estaba dispuesto sino que lo hizo y en esta oportunidad hablan de apedrear a David, su líder. Como cristiano debo tener mucho cuidado con la amargura en nuestra vida y de eso nos advierte Hebreos diciéndonos “que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15) y es que uno de los mayores peligros de rodearme de personas amargadas es contagiarme de su amargura. No se trata de dejar solos a aquellos que por alguna razón están amargados, sino más bien tomar una actitud diferente. Eso fue lo que David hizo.

David se angustió mucho. Se dio cuenta que hablaban en serio. Él pudo amargarse también y comenzar a echarle la culpa a Dios por todo lo que estaba pasando. Pero David hace algo diferente a lo que los demás hacen, David “se fortaleció” (v. 6), “consultó a Jehová” (v. 8) y “lo recuperó todo” (v. 19).
No debemos dejarnos llevar por creyentes amargados y meternos en su caja negra para hacernos daño, debemos poner nuestra mirada en Cristo, acudir a Él que conoce nuestra situación y es quien puede darnos la salida.

Miguel Mosquera

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