“Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles.”
(1 Samuel 30:6)
Recientemente veíamos como la victoria de David le trajo pruebas en su vida, entre ellas la persecución de Saúl hacia Él, pero vamos a ver que también la victoria que tuvo contra Goliat era una prueba a su carácter humilde. Difícilmente nos damos cuenta que el éxito pueda ser una prueba en nuestras vidas pero Dios puede usar el éxito para mostrar lo que hay en nuestros corazones. Dios puede hacernos triunfar en la vida como una manera de probar nuestra humildad y fidelidad a Él.
¿Quién es David en el capítulo 16? Samuel llega a Belén y llama a Isaí y sus hijos al sacrificio y uno de ellos será ungido como el próximo rey de Israel. Siete hijos, uno tras otro, pasan frente a Samuel, pero falta uno. Es cuando Isaí recuerda que falta David, el menor, que está al cuidado de las ovejas. David era totalmente desconocido por la mayoría; ni siquiera en su familia era el más destacado. Luego viene el capítulo 17 cuando David vence a Goliat y se hace el hombre más famoso en Israel.
David no se vuelve orgulloso y arrogante, él reconoce siempre que fue Dios quien le dio la victoria. Cuando Saúl le dice para casarse con su hija, David responde “¿Quién soy yo?” (1 Samuel 18:18). David se considera indigno del tremendo privilegio de ser el yerno del rey. También se nos dice que David era acepto a los ojos de todo el pueblo y todos amaban a David. Cuando una persona se vuelve orgullosa y arrogante esto se hace evidente a los ojos de todos excepto de la persona misma. Todos se dan cuenta del cambio en el comportamiento y, posiblemente, busquen distanciarse. Pero en el caso de David la victoria sobre Goliat y su fama no cambiaron su carácter ni su manera de comportarse y por eso todo el pueblo lo amaba. Además el orgullo no solamente afecta mi relación con otras personas sino también mi relación con Dios. Un corazón prepotente es un corazón que se está alejando de Dios. Para acercarnos a Dios es necesario humillarnos delante de Él y reconocer que es Él quien nos da la victoria. La relación de David con Dios se hizo más fuerte cada vez, aún después de la victoria, porque nos dice que “Jehová estaba con él” (v.14).
¿Cómo reaccionamos ante el éxito? Que nuestros corazones sigan siendo humildes delante de Dios y ser como el Señor que dijo “aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón”.
Miguel Mosquera