Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombreDeuteronomio 8:3
A través del desierto el pueblo de Israel tuvo que pasar por muchos momentos de aflicción y dificultad. La reacción del pueblo fue la misma que muchas veces nosotros tenemos: la queja. Sin embargo, Dios tenía lecciones importantes que enseñarles a través de estas pruebas.
Fue necesario que el pueblo de Israel experimentara hambre. La experiencia en sí no era nada agradable, pero Dios la usó para mostrar al pueblo su sustento constante y suficiente con pan del cielo. Ellos conocieron un alimento que más ningún otro pueblo ni generación conoció, pero más aún, Dios les estaba dando a conocer su fidelidad y provisión.
Así fue con cada una de las pruebas. Era necesario que ellos quedaran atrapados entre el mar Rojo y el ejército de Faraón para que conocieran el poder de Dios en librarlos. Tuvieron que sentir sed para ver salir agua de la roca. Fueron atacados por el enemigo para obtener la victoria de parte de Dios. Todas estas circunstancias sirvieron para que Israel conociera más a su Dios, y en todo esto Dios nunca les hizo sentirse cómodos en el desierto para que no quisieran quedarse allí, sino que anhelaran llegar a su patria.
Las pruebas nunca son agradables, pero son necesarias para conocer más a nuestro Señor y recordarnos constantemente que no somos de aquí, sino que anhelamos nuestra patria celestial.
Alma, ten paz: contigo está el Señor.
Soporta con paciencia tu dolor.
Deja que Dios te guíe y te proteja;
en cada prueba, siempre fiel será.
Alma, ten paz: tu Amigo celestial
te llevará hacia el mejor final.
Miguel Mosquera
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