Los celos y la envidia puede que no sean visibles, pero son peligrosísimos debido a que tienen el potencial de causar mucho daño. En algunos casos se manifiestan a través de la violencia o el hurto, pero el mayor daño que hacen los celos y la envidia es en la misma persona que los siente.
Pero, hablemos un poco más en detalle de estas palabras.
Celo positivo
El celo es un fuerte ardor en el corazón que puede ser positivo o negativo.
Las dos primeras menciones a esta palabra en el Nuevo Testamento nos darán luz en el asunto, veamos la primera:
Haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos… Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consumeJuan 2:15,17
Aquí tenemos un ejemplo del celo positivo. Se trata del Señor Jesucristo quien estaba indignado de cómo los judíos habían convertido el templo en una casa de mercado. Este celo se siente al presenciar el mal y se indigna ante ello. Dios es celoso y Él no peca al tener celos, ya que su celo siempre está dirigido por un buen motivo, santo y puro. Esto es tan característico de Dios que lo usa como su nombre: “Jehová, cuyo nombre es Celoso” (Éxodo 34:14). Una buena parte del Antiguo Testamento hace referencia a los celos en este sentido.
Este es el tipo de celo que debe haber en nosotros, y por eso el apóstol nos enseña que: “Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre” (Gálatas 4:18). Sin embargo, muchas veces no es el caso. Es por eso que este artículo se enfoca más bien en el celo negativo, el cual nos hace daño a nosotros mismos.
Celo negativo y envidia
La segunda referencia a celos en el Nuevo Testamento nos muestra el caso negativo del celo, el cual es más común entre los seres humanos.
Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel públicaHechos 5:17-18
Por el contexto vemos que los sacerdotes y saduceos tienen celos de los apóstoles ya que ellos están obrando milagros y todo el pueblo viene a ellos. Su celo les hace ponerlos en la cárcel. El ardor que sienten es porque ellos no tienen la total atención, sino que hay otros que la tienen. Este mismo patrón de repite en otras ocasiones en el libro de los Hechos (Hechos 13:45; 17:5).
El orgullo puede ser una chispa que enciende los celos y la envidia. Así fue en el caso de estos sacerdotes y quienes se oponían a los apóstoles. Que ellos tuvieran más atención generaba un ardor en sus corazones que les llevaban a oponerse al mensaje del evangelio y endurecer su corazón a Dios.
¿Por qué el (ella) sí y yo no?
Este es un pensamiento muy común que muestra internamente que tenemos celos y envidia. No debemos dar lugar a este tipo de pensamientos. Si Dios da dones o responsabilidades a alguno, debemos dar a Dios la gloria de esto, no sentirnos desplazados porque yo no tengo ese don que otro creyente tiene. Esto ocurría en la iglesia en Corinto: “Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo” (1 Corintios 12:15). Ni el que tiene un don en particular debe sentir superioridad sobre el que no lo tiene, ni tampoco el que no lo tiene debe sentir inferioridad con respecto a otro. Que no haya jactancia, sino que la gloria sea para Dios.
El Espíritu Santo ha repartido los dones como Él quiere y somos responsables por lo que hacemos con este don que se nos ha encomendado.
Lo que nos dice Santiago
En el capítulo 3 de Santiago encontramos más explicación sobre los celos. “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad… Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa”.
Los celos y envidias son armas con dos filos que causan mucho daño.
El primer filo causa daño interno. Tiene que ver con la perturbación. Esto lo sentimos en el corazón y es contrario a la paz. Quien siente celos ha perdido la tranquilidad en su corazón. Se está haciendo daño a sí mismo. ¿Cómo podemos permitir que los celos nos roben nuestra quietud y mantenga nuestros pensamientos esclavizados sobre lo que otros son, tienen o hacen?
El segundo filo causa daño externo: “toda obra perversa”. Los sacerdotes usaron actuaron con injusticia y les pusieron en la cárcel (Hechos 5:17). La muchedumbre rebatía todo lo que Pablo decía, hablaban cualquier cosa con tal de contradecir y atacar al apóstol con las palabras (Hechos 13:45). Los judíos en Tesalónica tomaron consigo a hombres ociosos y malos para atacar la integridad física de los apóstoles.
Estos casos nos muestran que los celos tienen el potencial de causar daño, físicos o emocionales, a otros.
Los celos en el matrimonio
Estos celos vienen causados por la falta de confianza. Cuando no hay transparencia en el matrimonio existe el peligro de que haya celos.
Mostremos cada uno una conducta íntegra en todo momento. Para evitar esto debe haber transparencia en todo momento. En las finanzas, el actuar en el trabajo, el uso del celular o la computadora. El hombre debe tener una sola mujer y la mujer debe tener un solo hombre en su vida. No debe haber doblez en la conducta, dondequiera que se encuentren. No debe haber secretos en el matrimonio.
Cuando no hay confianza en el matrimonio, éste se convierte en un tormento y un conflicto constante, produciendo celos, que pueden o no, tener fundamento.
Un último pensamiento
Los celos y la envidia queman por dentro, causan amargura de corazón y consumen a la persona robándole la paz y la tranquilidad. Estemos contentos y satisfechos con lo que tenemos y démosle gracias a Dios por todo lo que nos ha dado y lo que somos en Él.
Miguel Mosquera
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