Toda relación sexual fuera del matrimonio entra dentro del pecado de la fornicación. Sin importar los estándares de nuestra sociedad, ni lo que las leyes de su país indiquen; las relaciones prematrimoniales, el concubinato, la prostitución y la homosexualidad, son pecado de fornicación. Hay más en cuanto a este tema, pero en este artículo nos centraremos en estos casos.
Pero, ¿qué tiene de malo?
Cada vez es más frecuente encontrarme con personas que con toda normalidad: “no están casados todavía, pero lo importante es que se aman”, o también, “decidimos juntarnos”. Ya no se habla de esposo o esposa, sino de compañero o compañera. Y lo que es más grave aún es escuchar estas palabras en personas que profesan ser cristianas.
Si todo el mundo lo hace, ¿cuál es el problema, entonces? Nuestros principios no los tomamos de lo que este mundo hace y, si esa es su costumbre, entonces tiene que revisar muy bien el fundamento de su vida. No está de más recordar las palabras en Efesios 2:2, “la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire”, así como 1 Juan 5:19, “el mundo entero está bajo el maligno”.
Este mundo está al revés, “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20). Lo que para Dios es malo, para el creyente también debe serlo; y lo que para Dios es bueno, es lo que el creyente debe anhelar hacer. Para Dios el matrimonio es muy precioso, que también lo sea a los ojos del que lee.
Huid de la fornicación
Hay dos mandatos en la Palabra de Dios, “Huid de la fornicación” (1 Corintios 6:18), y “que os apartéis de fornicación” (1 Tesalonicenses 4:3). Como dice el refrán, ‘Más vale que digan de aquí huyó que aquí murió’.
En la Biblia tenemos advertencias de hombres que fueron destruidos por este mismo pecadoNo es solamente un gran pecado contra Dios, sino que “el que fornica, contra su propio cuerpo peca” (1 Corintios 6:18). Hay que mantenerse lo más alejado posible de este pecado. No dejarlo llegar a nuestros pensamientos. No recrearse en lo que otros hacen y, si viniera la tentación, huir.
Tocando este tema el sabio Salomón dijo, “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre las brasas sin que sus pies se quemen?” (Proverbios 6:27-28).
Cuidado con lo secreto
La mujer insensata dice, “Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso. Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en lo profundo del Seol” (Proverbios 9:17-18).
Lea Proverbios capítulo 7, donde Salomón describe a un joven falto de entendimiento y “una mujer le sale al encuentro, con atavío de ramera y astuta de corazón... Al punto se marchó tras ella, como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado; como el ave que se apresura a la red, y no sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspasa su corazón... Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella. Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte” (Proverbios 7:18-21).
En la Biblia tenemos advertencias de hombres que fueron destruidos por este mismo pecado, un ejemplo de ello es Sansón. Un hombre con una fuerza prodigiosa, pero un corazón tremendamente débil en la tentación. Su pecado fue su propia ruina.
En medio de un mundo inmoral y oscuro, el cristiano es llamado a honrar a Cristo, obedecer su Palabra y ser luz del mundo.
Miguel Mosquera
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