La iglesia no existe solamente cuando está congregada, pero es importante hacer énfasis (especialmente en nuestros tiempos de mucha tecnología virtual) que la iglesia está para y debe congregarse. No es posible una iglesia que no se reúne frecuentemente.
La palabra “congregar” en el Nuevo Testamento significa “juntar o reunir”. Es usada en el ámbito de la pesca, cuando los peces son juntados en la red (Mateo 13:47). Una iglesia debe congregarse al nombre del Señor Jesucristo (Mateo 18:20), siendo Cristo el centro de la reunión: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (1 Corintios 1:9).
Comenzaré con algunos propósitos por los cuales la iglesia primitiva se reunía, luego pasaré a mencionar sobre el orden en la reunión de la iglesia.
Las reuniones en la iglesia
En el Nuevo Testamento leemos en varias ocasiones de la iglesia reunida. Las iglesias se reunían con varios propósitos:
- La Cena del Señor: Leemos en Hechos 20:7 de la iglesia en Troas: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan”. También en 1 Corintios 11:20 leemos: “Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor”. La iglesia en Corinto se reunía para la cena del Señor, pero le daban más importancia a un convivio de comida previo a la cena del Señor que a la cena del Señor misma. La reunión de la cena del Señor está asociada siempre a la iglesia local.
- La oración: La reunión de oración es un pilar importante en la iglesia. En Hechos 12:12 dice: “muchos estaban reunidos orando”. También en Hechos 4:31 dice: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló”. La oración es necesaria para la iglesia, por lo que el apóstol Pablo exhorta a Timoteo (quien estaba en la iglesia en Éfeso en ese momento) que “se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Timoteo 2:1-2). También hay ocasiones donde el apóstol Pablo solicita las oraciones de la iglesia a favor de la obra del Señor (Romanos 15:30; Colosenses 4:13; 1 Tesalonicenses 5:25; 2 Tesalonicenses 3:1).
- Predicación: predicar o pregonar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo es parte escencial de la misión de una iglesia. El objetivo principal aquí es para aquellos que todavía no son salvos por la fe en Jesucristo puedan escuchar del precioso plan de salvación que Dios ha provisto para ellos. Algunos ejemplos de la predicación están en Hechos 2:14-36; 3:12-26; 10:34-43.
- Enseñanza: la enseñanza puede ser por medio de una persona dando la enseñanza (Hechos 20:9) o a través de un estudio bíblico donde hay una conversación para dar una enseñanza (1 Corintios 14:29). El objetivo en esta reunión es explicar y entender la Palabra de Dios, animar, exhortar o edificar al pueblo de Dios. El apóstol Pablo exhortó a Timoteo a ocuparse “en la lectura, la exhortación y la enseñanza” (1 Timoteo 4:13).
- Reporte misionero: esta reunión es para relatar lo que el Señor ha hecho en su obra en algún lugar. Ejemplo de esto está cuando el apóstol Pablo y Bernabé regresaban a la iglesia en Antioquía, de donde habían salido, y relataban a la iglesia lo que Dios había hecho en sus viajes misioneros (Hechos 14:26-27).
- Disciplina: esta reunión no es muy agradable, pero es necesaria cuando se amerita. Cuando hay algún pecado que requiera de excomulgación, la iglesia debe reunirse para poner fuera de la comunión a la persona que cometió el pecado. El principio de esta reunión la encontramos en 1 Corintios 5:4-5 – “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”.
El orden en la reunión de la iglesia
El orden en la reunión de la iglesia es un testimonio del orden divino. Dios no es Dios de confusión, sino de paz (1 Corintios 14:33). El objetivo de cualquier reunión es evidenciar el orden y obediencia a Dios, de manera que si alguna persona de afuera entra: “por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros” (1 Corintios 14:24-25).
He citado dos referencias en el mismo capítulo de la Biblia y es que 1 Corintios 14 trata sobre cómo debe ser el orden en una reunión de la iglesia. El tema que Pablo está tratando es el don de lenguas, pero el contexto es la reunión de la iglesia. El don de lenguas es otro tema, aquí lo que me interesa es observar al menos cinco principios de cómo debe ser una reunión.
- El mensaje debe ser comprensible: Claridad en el hablar es muy sencillo, pero imprescindible cuando se trata de dar un mensaje a una congregación. El apóstol enseña que: “si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire” (v.9). No solamente que el mensaje debe ser en el idioma que hablan los oyentes, sino que también el tono de voz y la velocidad en el hablar deben ser de manera que permita entender lo que se dice.
Algunos hermanos tienen un buen mensaje que dar, pero hablan tan bajo que casi ni se les escucha, o demasiado rápido, que se hace imposible entender todo lo que están diciendo. - Quienes hablan lo deben hacer por turno, uno a la vez, y los demás escuchan: Hablar todos a la vez va en contra de las mismas normas de educación y tampoco es un ejemplo de la guía del Espíritu Santo. Es imposible entender cuando más de uno habla. Al usar el ejemplo del don de lenguas el apóstol enseña que “sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno” (v.27).
Alguno dirá: “es que el Espíritu nos está guiando a hablar todos a la vez”. Eso no es posible, el Espíritu Santo no hará algo que cause confusión. Además, es un mal testimonio, de acuerdo con lo que dice el versículo 23 – “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?” - Quienes escuchan deben poder comprender lo que se está orando con el fin de poder decir Amén: es de esperar que cuando alguien está orando, al final de la oración los que escuchan puedan decir “amén”, que significa, “así sea”. Para que esto sea posible la persona tiene que entender la oración. Por eso el apóstol dice: “Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho” (v.16).
- Cada don debe ser usado para la edificación del pueblo de Dios, no para presumir: En la iglesia en Corinto les gustaba presumir sus dones, pero ese no es el propósito de los dones. Pablo dice: “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida” (vv.18-19).
- La mujer calle en la congregación: este tema ya fue mencionado en estudios anteriores (ver El servicio y silencio de la mujer, pero es como finaliza el capítulo donde Pablo habla sobre el orden en la reunión de la iglesia: “Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones” (vv.33-34).
Somos un testimonio al mundo incrédulo. Así que cada reunión debe de realizarse “decentemente y con orden” (v.40) para que resulte en la gloria de Dios.
Miguel Mosquera
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