Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para DerbeHechos 14:19-20
Los viajes misioneros del apóstol Pablo estuvieron llenos de oposición y persecución, pero la ciudad de Listra quedaría marcada en la memoria del apóstol el resto de su vida. Dos razones importantes hicieron este lugar memorable.
La primera es que Listra fue el lugar donde apedrearon a Pablo. Amenazas, azotes, burla, oposición fueron algunas de las cosas que siguieron al apóstol a lo largo de su vida misionera. Ahora, los de Listra fueron más allá. La enardecida multitud apedreó a Pablo al punto que pensaban que estaba muerto. Si Pablo hubiese tenido la intención de desistir en predicar el evangelio este era el momento. En todos los lugares encontró oposición y ahora le apedrearon. Pero ¿qué hace el apóstol? Se levanta y al día siguiente continúa predicando el evangelio. Es una gran lección para nosotros, quienes a veces por un pequeño dolor nos quejamos y no queremos asistir a la reunión o involucrarnos en alguna actividad en la iglesia.
La segunda razón es que de este lugar vino un joven que sería un acompañante fiel de Pablo: Timoteo (Hechos 16:1-2). Timoteo le acompañaría en sus viajes y también al escribir algunas de sus cartas. Timoteo serviría de ánimo para el apóstol porque tenía el mismo sentir en el servicio al Señor (Filipenses 2:20). Timoteo sería el último en recibir una carta del apóstol. Pablo le tenía en gran estima.
¡Qué maravillosa la gracia de Dios que en el lugar donde recibió tan fuerte rechazo encontrara a un fiel compañero que serviría de ánimo por el resto de su vida! Pablo nunca olvidaría la ciudad de Listra.
La gracia enseñó
mis pies a caminar
en justas sendas de mi Dios,
al celestial hogar.
Miguel Mosquera
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