Encontramos en el Nuevo Testamento varios hombres con el nombre traducido como Jacobo, o su equivalente Santiago, y hay diferencias de opinión sobre cuántos son. Algunos lectores distinguen cuatro y otros cinco. Hay tres como mínimo:
- Jacobo hijo de Zebedeo (Mateo 4:21)
- Jacobo hijo de Alfeo, llamado también Jacobo el menor (Mateo 10:3)
- Jacobo hermano del Señor (Mateo 13:55)
No es difícil distinguir al apóstol Jacobo, ya que nunca se le menciona aparte de sus hermanos, aun en la muerte. Leemos en Hechos 12 que Herodes mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.
Hermano de Juan
Todo lo que sabemos de este apóstol está en los tres evangelios sinópticos y dos referencias en Hechos. Juan nunca hace mención de su propio nombre ni de sus hermanos en la carne. Cuando se los menciona aparte de otros discípulos —son nueve las veces— el nombre de Jacobo siempre precede el de Juan. Por cuanto leemos de “Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano”, podemos entender que Jacobo era el mayor. Nunca se habla de él solo, sino en compañía de Juan, o ellos dos con Pedro.
El capítulo 1 de Juan incluye el relato del encuentro de Andrés con su hermano Pedro y la presentación de éste a Jesús. Dice que le oyeron hablar dos discípulos, y uno de ellos era Andrés. El apóstol Juan es, sin duda, el discípulo que no está nombrado, pero nada se dice directamente de él en todo el relato, ni de Jacobo su hermano.
Un escritor ha observado: “Andrés, como el primero de los discípulos mencionados, busca a su propio hermano, conduciéndonos a pensar que Juan, como el segundo de la pareja, hizo lo mismo con el hermano suyo”. Si fue así, Juan le da el crédito a Andrés como habiendo fijado la pauta. Sea como fuere, Jacobo y Juan recibieron juntos su llamamiento al servicio, siguiendo de inmediato al llamamiento de Pedro y Andrés (Mateo 4:18-22).
Los Boanerges
Por cuanto estos, Jacobo y Juan, están muy vinculados entre sí, poco se puede decir acerca de Jacobo solo. Sin embargo, proponemos escribir más ampliamente sobre el hermano renombrado, y por tanto haremos algunos comentarios ahora acerca de ellos como pareja.
Marcos revela en el 3:17 que el Señor les dio un apellido: “Boanerges, esto es, hijos del trueno” . Este distintivo no figura en otra parte, ni es aplicado a uno solo. No se nos dice en qué ocasión se les dio el título, y hay diferencia de opinión sobre el porqué del mismo. Tal vez tenían voz fuerte, a semejanza del trueno, o quizás predicaban con gran celo. Por ejemplo, una vez prorrumpieron: “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo?” (Lucas 9:54) Dudamos que este apellido haya sido para reprocharles, sino a causa de alguna característica que se veía en ellos.
Por cuanto Jacobo era el mayor, uno se pregunta si promovió el asunto triste que está registrado en Marcos 10:35-36: “Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos”. Mateo afirma que la madre de ellos tomó la iniciativa y fue su portavoz, pero aun así es evidente que estos hermanos buscaban su bien propio y anhelaban la primacía.
No podemos negar que esta es una mancha sobre el testimonio de Jacobo y Juan. Si ha podido ser así con dos del círculo íntimo del Señor, ¿no habrá en esto un mensaje para nosotros? "Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido" (Lucas 18:14). Pablo sabía vivir humildemente, y sabía tener abundancia (Filipenses 4:12), pero pocos de nosotros hemos aprendido. "La envidia es carcoma de los huesos" (Proverbios 14:30).
Noble mártir
Juan el Bautista había sido decapitado por su fidelidad, y bien podemos pensar que Jacobo dio su vida por la misma causaJacobo es el único de los once de cuya muerte tenemos un comentario inspirado. Murió un mártir por la fe. Herodes el rey le mató a espada (Hechos 12:2). Juan el Bautista había sido decapitado por su fidelidad, y bien podemos pensar que Jacobo dio su vida por la misma causa. Nos llama la atención la brevedad del aviso, más cuando Jacobo haya sido el primero de los apóstoles a pasar de esta vida, Judas Iscariote aparte.
¿Por qué ofrece Lucas tanto comentario sobre el caso de Esteban (Hechos 7), pero se limita a decir que este siervo de Dios fue muerto a espada? (Probablemente fue decapitado). Lucas habrá sabido más detalles, pero nada nos cuenta de los últimos años de Jacobo, su arresto y enjuiciamiento. La respuesta puede ser simplemente que no había en el caso ninguna lección nueva. Bien sabría el excelentísimo Teófilo que muchos creyentes fieles habían sido “apedreados, aserrados, puestos a prueba y muertos a filo de espada”, al decir de Hebreos 11.
El caso del primer mártir, Esteban, fue distinto por cuanto su muerte condujo de inmediato a la expansión de la Iglesia. Jacobo murió en la misma obra, y Pedro fue encarcelado como resultado de la misma ola de persecución; Herodes, “viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro” (Hechos 12:3).
En todo esto vemos el cumplimiento de las palabras del Señor a Jacobo en Mateo 20:23, “De mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados”. Que aprendamos, pues, que el discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.
Héctor Alves
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