¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? (Mateo 26:33)
Pedro quería ser el héroe. Lo había dicho unos versículos antes: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”. Él no iba a ser como los demás, no iba a dar un paso atrás y estaba dispuesto a sacar la espada y pelear contra una multitud de soldados (aunque no supiera mucho cómo usar la espada, porque apenas le alcanzó a dar en la oreja). Por lo que el Señor le dice nos hace pensar que Pedro no conocía ni la voluntad, ni los recursos, ni el poder de Dios.
La oración debe ser nuestro primer recurso, no el último
Pedro necesitaba aprender, al igual que nosotros, varias cosas del Señor. Cristo le estaba diciendo a Pedro: “si se tratara de ayuda, yo acudiría a mi Padre no a la espada”. Cristo nos deja una gran lección: “la oración debe ser nuestro primer recurso, no el último”. Pero muchas veces nos equivocamos pensando que a Dios se le acabaron las opciones y por lo tanto tenemos que tomar las riendas del asunto a nuestra manera con lo que tenemos a la mano. Es necesario que aprendamos también que los recursos de Dios son mayores y más efectivos que los de nosotros, doce legiones de ángeles que estaban a la disposición de luchar cuando se les diera la orden, al oír esto Pedro se debió sentir tan pequeño. Cuando los soldados llegaron para arrestar al Señor preguntaron por “Jesús nazareno”, Él les dijo: “Yo soy”, y esto fue suficiente para que ellos retrocedieran y cayeran a tierra (Juan 18:5-6). La palabra del Señor tiene más poder que nuestra fuerza. ¿Seré capaz de aplicar esto en mi vida? Dejar de tratar de ser el héroe y acudir a Dios para que Él actúe y reciba la gloria.
Miguel Mosquera