Movidos por amor a Cristo – ¿Qué te mueve?

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Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados1 Corintios 4:10

El que quiere servir a Cristo debe estar consciente que su vida no será fácil. Mientras hay quienes gozan de buena reputación, el siervo de Cristo es menospreciado. Mientras algunos duermen y descansan, otros se fatigan y desvelan. Algunos gozan de seguridad y estabilidad mientras que el siervo de Cristo no tiene morada fija. Los versículos 9 al 13 no describen la fama de alguna celebridad, sino la vida de uno cuyas dificultades en la vida no son nada envidiables, y termina diciendo que «hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos».

Ahora, esto no es solamente para quienes han dejado su trabajo secular para dedicarse a la predicación del evangelio, por eso el v.16 dice: «Por tanto, os ruego que me imitéis». Bien sea un misionero en una tierra lejana o un creyente en la comunión de una asamblea, ocupado en su trabajo, todo salvado está llamado a servir a Cristo. Mientras sus compañeros de trabajo o escuela duermen, el creyente sacrifica parte de ese tiempo para orar y leer la Biblia. Mientras otros usan el domingo para reuniones sociales o familiares, el creyente está colaborando con las reuniones de la asamblea o en una escuela bíblica.

¿Quién escoge este tipo de vida? ¿Qué hace que una persona pudiendo ocuparse de sus propios intereses prefiere servir a otros? ¿Por qué? Pablo lo explica en cuatro palabras: por amor de Cristo. ¿Será una razón suficiente? ¿Vale la pena? Claro que sí. No lo haga por los hermanos, ni por obligación, se va a frustrar y se le va a acabar la gasolina pronto. Hágalo por Cristo. ¿Fatiga, desvelo, debilidad, desprecio, persecución? Cristo sufrió esto, y aun mucho más que esto, por amor a ti. Hasta la cruz fue para darte la salvación. «Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos» (2 Corintios 8:9).

Una de las frases conocidas de Jim Elliot, quien fue un misionero en Ecuador y murió al querer predicarle el evangelio a una tribu indígena, fue «No es tonto el que da lo que no puede conservar, para ganar aquello que no puede perder». Cristo también dijo: «cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna» (Mateo 19:29). ¿Qué te mueve?

Miguel Mosquera

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