Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelioFilipenses 4:2-3
La obra en Filipos es prueba de ello. El primer acercamiento en esta ciudad fue con “las mujeres que se habían reunido” (Hechos 16:13). Fue allí donde una mujer llamada Lidia fue salva y vino a hospedar a los predicadores. Más adelante, Pablo libera a una muchacha dominada por un demonio y explotada laboralmente por sus amos crueles; algo que le costó azotes y prisión.
Ahora Pablo escribe a la iglesia de Filipos y menciona dos mujeres: Evodia y Síntique. El ruego a ellas es que sean de un mismo sentir, que tengan una misma mente. Ellas habían combatido juntamente con el apóstol Pablo en el evangelio. No en la predicación pública, ya que la mujer debe guardar silencio (1 Timoteo 2:11-12), pero esto no significaba que su servicio había sido de menos importancia.
Su servicio no había sido algo aparte. Pablo dice: “juntamente conmigo”. Hombro a hombro lucharon juntos con el apóstol por la causa de Cristo y del evangelio. El desacuerdo entre ellas estaba menguando su utilidad al Señor, y por eso el ruego del apóstol.
Dios sabrá recompensar a hermanas que, como Evodia y Síntique, son obedientes a la Palabra de Dios, sumisas a su voluntad y le sirven de corazón y con esfuerzo. Su trabajo en el Señor no es en vano.
¡Trabajad, trabajad!, somos siervos de Dios;
seguiremos la senda que el Maestro trazó.
Renovando las fuerzas con bienes que da,
el deber que nos toca cumplido será.
(himno escrito por una mujer – Fanny Crosby)
Miguel Mosquera
Comparte este artículo