Murió para Salvar

MiguelBuscando a Dios

Ayrton Senna nació en Brasil en 1960 y fue uno de los mejores pilotos de Fórmula 1 de todos los tiempos. Ganó 3 títulos mundiales y manejaba su carro a 300 Km/h sin perder el control. Su pasión eran las carreras, estudiaba cada detalle de ellas, pasaba horas examinando su carro y modificándolo para que fuera más rápido, y lo hacía de una forma brillante. A pesar que le gustaba la adrenalina de la velocidad en las carreras era uno de los pilotos que luchaba para que la Fórmula 1 mejorara los sistemas de seguridad en las pistas con el fin de reducir los riesgos en las carreras y evitar muertes de pilotos. En estos tiempos se decía que una de las cosas más emocionantes de la carrera de carros era el riesgo que tenían, eso hizo que muchos pilotos murieran en accidentes. Algunos de los accidentes famosos incluyen a Gilles Villenue, el 8 de mayo de 1982, en las carreras de clasificación. Su carro, que iba entre 200 y 250 km/h apenas tocó la rueda de otro competidor cuando intentaba pasarlo y su auto salió volando por los aires para luego desintegrarse al caer al suelo. Había pasado poco más de un mes cuando el piloto Ricardo Palleti no pudo esquivar a Didier Pironi, quien estaba parado porque presentó problemas en su carro al comenzar la carrera, y le chocó por detrás también terminando con su vida. Unos años más tarde, el 30 de abril de 1994, el piloto austríaco Roland Ratzenberger también perdió la vida en una carrera. Nuestra vida es como una carrera de carros, un día comenzamos y está llena de riesgos. Queremos ser los mejores y los primeros, pero en cualquier momento perdemos el control y podemos morir. Pero el mayor riesgo que puedes tener es vivir la vida sin Cristo y perder tu alma en la condenación. La vida es corta, dice la Biblia que “no sabemos lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14). Dios tiene determinado el fin de nuestra vida, en un instante pasamos a la eternidad, sin previo aviso, sin segundas oportunidades y, una vez que pases de la escena de esta vida, ¿dónde te encontrarás? ¿En el cielo o en el infierno?

Todos esperaban el Gran Premio de San Marino en 1994 porque Senna se llevaría el título nuevamente. Comenzó la carrera y cuando llegaba a una curva perdió el control de su carro y chocó contra un muro a 200 Km/h lo que hizo que muriera. Todos lamentaron la muerte de Senna pero a partir de ese momento reforzaron las medidas de seguridad en las carreras para que no hubiera más riesgos. La muerte de Senna salvó muchas vidas, desde entonces ningún otro piloto ha muerto en una carrera.

La muerte de Cristo ha salvado a muchas más vidas que Senna. Él murió por nuestros pecados para que nosotros no tengamos que pagar por ellos con la muerte eterna en el infierno. Cristo es el único camino para llegar al cielo, es el único recurso que tiene una persona para poder recibir el perdón de sus pecados. “Este Jesús… y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:11-12). Entregó su vida para salvar la vida de todo aquel que se arrepiente de sus pecados y le recibe como Salvador. Él puede salvar porque murió pero también resucitó al tercer día y se sentó a la diestra de Dios en el cielo. Ya salvó mi vida, ¿y la tuya?

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10)

Miguel Mosquera