Aparte de la resurrección de Cristo, ninguna verdad es tan negada y calumniada por las mentes racionales y científicamente condicionadas como el nacimiento virginal del Señor Jesucristo. Aunque se canta en los villancicos, se recita en los credos, se representa en los nacimientos y se promociona en las tarjetas navideñas, las encuestas revelan que la mayoría de los que se dicen llamar «cristianos», realmente no creen en esto.
Por otro lado, si es cierto, sus implicaciones son eternas. Esto es más que un asunto de vida o muerte, esto es un asunto de vida eterna o muerte eterna. No es de extrañarse que alguien como Larry King dijera que, de ser verdad, esto definiría la historia suya.
Antes de seguir, es necesario hacer una distinción entre la encarnación y el nacimiento virginal. La «encarnación» significa que el Señor Jesús existía antes de su concepción en el vientre y que Él voluntariamente participó de carne y sangre (Hebreos 2:14), Él se «encarno» a Sí mismo. Ninguno de nosotros jamás se ha «encarnado». Nosotros vinimos a existir como resultado de la concepción natural. El nacimiento virginal no fue su movimiento a su humanidad, sino el medio por el cual vino a este mundo. Su movimiento descendiente desde la gloria celestial hasta el vientre de María, fue su encarnación.
Lo que las Escrituras dan a entender por el nacimiento virginal del Señor Jesucristo, es que Su nacimiento fue sin la intervención de un hombre. Él es completamente hombre y de la simiente de María; pero José, como ya veremos, no tuvo parte en su concepción.
Él debía venir en la «semejanza de carne de pecado» (Romanos 8:3), y aun así ser completamente libre de cualquier mancha de pecado. Los teólogos católicos romanos tenían problemas con esto e inventaron la doctrina de la «inmaculada concepción», en la cual ellos declaran que era María quien no tenía pecado y, por lo tanto, no transfirió pecado al fruto de su vientre. Obviamente, esto solamente corre el problema una generación antes, además que no es consistente con las Escrituras. La humanidad sin pecado del Señor Jesucristo fue llevada a cabo como nos dice: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lucas 1:35), en el momento de su concepción. No podemos irnos más allá de esta declaración de la Escritura.
El hombre niega la posibilidad de un nacimiento virginal, basado en claros fundamentos científicos. En la naturaleza, cuando hay un nacimiento que no involucra a macho y hembra (reproducción hermafrodita), la prole siempre es hembra. En el caso de los seres humanos, no hay base científica en el cual una mujer pueda concebir un hijo sin la contribución de un hombre. Adán fue creado, Eva fue formada, y cada uno de los seres humanos que ha venido a este mundo, desde entonces, lo ha hecho mediante generación. Venir mediante un nacimiento virginal significaría pasar por encima de todas las leyes de la generación. Y esto es exactamente lo que sucedió. El Dios que creó las leyes es capaz de obrar por encima de esas leyes cuando Él así lo desee.
Debemos evitar cualquier especulación cuando tratamos este tema y escoger nuestras palabras con mucho cuidado. También debemos ser claros y directos cuando las Escrituras son claras y directas. Al considerar una verdad tan vital, debemos considerarla desde diferentes fuentes:
Un Resumen del Pasado
Que Mateo, por inspiración divina, cite esta Escritura como «virgen», al hablar del mensaje del ángel en los versículos 20 y 21, concluye cualquier argumento para nosotrosNo construimos una doctrina basada en los credos de varios concilios de la historia temprana del cristianismo. Edificamos nuestra fe solamente en la Palabra de Dios. El valor de los «credos» y de los escritos de los primeros creyentes es que ellos nos revelan lo que cristianos creían, ya que ellos vivieron mucho más cerca del tiempo de los acontecimientos, a diferencia de nosotros que vivimos dos mil años después. Estos llamados «padres de la iglesia» sintieron la necesidad de delinear las verdades del cristianismo cuando fueron atacados por falsas doctrinas.
Ignacio de Antioquía defendía el nacimiento virginal y la verdadera humanidad de Cristo en contra de las enseñanzas gnósticas, tan temprano como el año 110 d.C. Justino Martir escribió en defensa de esto unos 50 años después. Hay un credo bautismal del segundo siglo, el cual dice «Nacido del Espíritu Santo y la Virgen María». Los escritos de hombres tales como Ignacio y otros, muestra la sólida creencia en el nacimiento virginal de Cristo. Los consejos y credos de los primeros cinco siglos de la historia del cristianismo, todos afirman lo central de la doctrina del nacimiento virginal.
La Señal del Profeta
El trasfondo de Isaías 7 es vital en cualquier intento de entender la profecía que Isaías dio al Rey Acaz. El Rey de Siria, Rezín, y el Rey de Israel, Peka, conspiraron para atacar a Acaz en Judá y quitar la línea Davídica del trono. Su objetivo era colocar su propio Rey, el hijo de Tabeel. Aquí había una crisis que probó la fidelidad de Dios a su pacto con David. A pesar de la maldad de Acaz, Dios intervino. Era su honor y propósito que estaban en juego y no el bienestar de Acaz.
Isaías vino a darle seguridad a Acaz que, a pesar de la conspiración, los enemigos de Judá serían derrotados (Isaías 7:7-9). En condescendiente misericordia, Dios ofreció a Acaz una señal. Acaz, en humildad burladora, rehusó la señal (vv. 10-12). En respuesta, el Señor le dijo que le daría una señal. La señal que le daría sería la de un nacimiento a través de una virgen: «He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel» (Isaías 7:14).
Teólogos discuten sobre el significado de «virgen», y algunos de ellos insisten que significa una mujer joven y no necesariamente una virgen. Cuando los escribas judíos tradujeron el Antiguo Testamento del hebreo al griego (la Septuaginta), ellos usaron la palabra «parthenos«, que significa incuestionablemente «virgen». La palabra hebrea «almah» es usada nueve veces en el Antiguo Testamento y ocho de estos usos se refiere a una virgen. Que Mateo, por inspiración divina, cite esta Escritura como «virgen», al hablar del mensaje del ángel en los versículos 20 y 21, concluye cualquier argumento para nosotros. «Enmanuel» o «Dios con nosotros» sería el nombre dado al niño que nacería de la virgen.
El significado de la señal para Acaz, y para nosotros, es que, aunque el enemigo estaba a la puerta con intentos de terminar con la dinastía Davídica, Dios estaba mirando al final del pasillo del tiempo y prometiendo un Hijo que nacería de una virgen y quien se sentaría en ese trono. La promesa de Dios fue confirmada, Acaz podía descansar en la Palabra de Dios.
El Sello del Médico
Lucas, el médico, puso su sello en el certificado de nacimiento del Señor Jesús, reconociendo la completa singularidad de su nacimientoEl recuento más completo y claro del nacimiento virginal del Señor Jesús es dado por Lucas, el médico amado. Es él quien escribe sobre el encuentro entre Gabriel y María, en Lucas 1. Es Lucas el que nos dice que ella era una virgen (v. 27) y que ella dijo «no conozco varón» (v. 34). Solamente Lucas nos da los detalles de cómo el nacimiento virginal iba a llevarse a cabo. Igualmente, su evangelio sugiere cómo el Espíritu de Dios previno cualquier transmisión de una humanidad pecaminosa a la humanidad del Señor Jesucristo, cuando escribió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1:35). Esa fue la respuesta del ángel a la pregunta de María: «¿Cómo será esto? pues no conozco varón». La respuesta angelical deja bien claro que fue completamente aparte de la acción humana.
Debemos evitar el peligro de pensar que los médicos del primer siglo no sabían cómo ocurría la procreación o que, en su sencillez, estaban propensos a aceptar y creer relatos que, con el conocimiento que hay ahora, sabemos que son imposibles. Entre los griegos y romanos con su mitología e idolatría, ellos crearon leyendas de dioses descendiendo a la tierra para actos de inmoralidad y venganza. Esto no tiene ningún parecido con el relato de Lucas. Aquí no hay nada sobre el hombre creando a Dios a su imagen, es más bien lo opuesto. Él fue «santo» en su nacimiento. Lucas, el médico, puso su sello en el certificado de nacimiento del Señor Jesús, reconociendo la completa singularidad de su nacimiento.
Los estudiosos han verificado los relatos de Lucas como que tienen precisión histórica en cualquier ocasión en que ha sido posible verificar sus escritos y relatos. Él era un historiador diligente, que tuvo sumo cuidado en indagar y documentar sus hallazgos.
La Sintaxis del Pasaje
La precisión y exactitud de la Palabra de Dios es algo digno de adoración. No adoramos la Palabra de Dios, adoramos al Dios de la Palabra. Mateo 1:16 es impresionante en su precisión. A lo largo de los versículos que preceden y que nos dan la genealogía del Señor Jesús a través de José, su padre legal, la fórmula permanece inalterable: esta persona engendró a su hijo, y así sucesivamente. El patrón no varía entre los versículos 2 al 15. Esta es la manera en que hombres engendran hombres. Sin embargo, cuando llega al versículo 16 encontramos una diferencia. Jacob engendró a José, consistente con todos los otros nacimientos y generaciones, pero no dice que José engendró a Jesús. Más bien, el Espíritu de Dios cambia la manera y, al cambiarla, protege y confirma el nacimiento virginal: «José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo» (Mateo 1:16).
Para apreciar mejor la maravilla de este versículo, debemos considerar una cosa más. Podemos notar que la palabra para «cual», es femenina y no masculina. El Espíritu de Dios está diciéndonos, (y creo que podemos decir, gritándonos) que José no tuvo ninguna parte en la concepción y nacimiento. La palabra femenina usada: «la cual», lo vincula solamente a María. Es completamente singular, a diferencia de cualquier otro nacimiento que le precedió o que vendría después. Solamente involucró a una mujer y no al hombre. José vino a ser el padre legal del niño cuando le puso el nombre (v. 24). Aparte de esto, no estuvo involucrado de ninguna otra manera en la concepción del Señor Jesús.
La importancia de esta verdad
Hasta ahora, en este artículo, ha sido sugerido que la verdad del nacimiento virginal es crucial para nuestra salvación. Aunque no he tocado este otro punto, se puede demostrar que la verdadera humanidad del Señor es vital en su ministerio presente como Sumo Sacerdote. Si no fuera completo hombre, no pudiera ser nuestro Pariente-Redentor. Él debía ser de la «simiente de la mujer» y tener una naturaleza humana intachable y santa para poder ser nuestro Pariente. El vientre de María no fue un instrumento pasivo por el cual Él vino. Él fue «nacido de mujer» (Gálatas 4:4). Él es del linaje de David (Romanos 1:3). Él es completamente hombre, la verdad es que Él es Hombre tal y como Dios quería fue el hombre fuera. Él es el Hombre perfecto, con verdadero espíritu, alma y cuerpo. Por medio del nacimiento virginal, Él vino a este mundo, pero apartado de toda mancha de pecado.
Sin embargo, Él también tenía que ser Divino para poder ser el Mediador entre Dios y los hombres. Él tenía que ser Divino para que su obra en el Calvario pudiera ser suficiente para toda la humanidad y, de hecho, suficiente para toda la creación. Era solamente un sacrificio de infinito valor que podía traer infinita satisfacción para la infinita ofensa que nuestros pecados trajeron al trono y al carácter de Dios. Un sacrificio carente de deidad sería un sacrificio corto de expiación.
Él no es, como algunos lo llaman, el Dios-Hombre, como si fuera mitad Dios y mitad hombre. El misterio de la unión hipostática es que Él es completamente Dios y completamente Hombre; dos naturalezas en una sola persona. Él es el Hombre santo que vino por medio de su encarnación, aparte de cualquier esfuerzo humano, concebido en el vientre de María por el poder del Espíritu de Dios y nacido en Belén.
Así que puede seguir cantando, sin temor a lo que los hombres puedan decir:
Señal dada por Dios mismo
a un mundo pecador:
en Belén humilde virgen
dio a luz al Salvador.
Y pastores con gran gozo
adoráronle a Él,
niño envuelto en pañales
en pesebre, el Emanuel.
Dr. A. J. Higgins
Traducido de Truth & Tidings
Usado con permiso
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