¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria? ¿Qué dios de todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén? (2 Reyes 18:33,35)
El diablo es poderoso. La última de las amenazas de Rabsaces es directa y tiene como objetivo que Ezequías y el pueblo de Dios se de por vencido, sencillamente nadie, hasta ese momento, había podido derrotar a Asiria ni se había podido resistir a su poderío, hasta ese momento y Jerusalén no sería la excepción. Por fin, después de tanto engaño, Rabsaces dice algo que es cierto. Asiria venía arrasando con todo a su paso, incluso hasta el reino de las diez tribus del norte de Israel. Su ejército era temible e Israel no tenía fuerza para pelear contra Asiria. Hay dos cosas que el enemigo quiere poner en la mente de Ezequías: primero, el enemigo es grande y segundo, Dios es pequeño. Con estas dos cosas Ezequías se sentiría completamente desprotegido y vulnerable a rendirse a la voluntad del rey de Asiria.
¿Será que en nuestros días no hay manera de vencer la tentación y vivir una vida piadosa para Dios?
Esto fue lo mismo que hizo Satanás y la razón por la que fue echado del cielo; buscó exaltarse a sí mismo y destronar a Dios de su posición y gloria. Vemos como este mundo está hundido en pecado, la tentación abunda y miles son los que caen en las garras del enemigo, «siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire» (Efesios 2:2), incluso creyentes que también caen en pecado y esto nos crea una gran interrogante: ¿será que en nuestros días no hay manera de vencer la tentación y vivir una vida piadosa para Dios? Si Satanás logra sacudir lo suficiente nuestra convicción de quien realmente es Dios y nos hace llegar a pensar que Dios no es lo suficientemente poderoso para protegerme, entonces ya tenemos la batalla prácticamente perdida. Eso nos regresa al primer ataque del enemigo: confiar en nosotros mismos, y sabemos que nosotros solos no podemos contra la tentación y el enemigo.
Debemos mantenernos constantes en la lectura de la Biblia, aprendiendo cada día de la grandeza de nuestro Dios «porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo» (1 Juan 4:4).
Miguel Mosquera
Foto en portada y texto: Don’t squash the parent! por kennysarmy bajo la licencia CC BY-NC-ND 2.0 (mod. 1018x460px)