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No temas – Yo estoy contigo

Aun los grandes hombres y mujeres de Dios, en las Escrituras, sintieron temor en alguna ocasión. La incertidumbre sobre el futuro, la ansiedad por el presente, las noticias negativas inesperadas, el cambio en las circunstancias, todas estas son cosas que nos pueden hacer sentir temor. No sabemos lo que va a ocurrir o no nos sentimos capaces de enfrentar la situación que está por delante. Consideramos las posibilidades y, al mirar el peor escenario, nos preocupamos. Cristo se compadece al ver nuestras preocupaciones y nos da su apoyo. Encontramos la expresión «No temas» dicha por Dios más de 40 veces en la Biblia. Notaremos 4 promesas de Dios que nos ayudan cuando sentimos temor:

Contamos con su ayuda

«Yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo» (Isaías 41:13). La situación se le había salido de las manos al pueblo de Israel. Esto hace sentir temor. En los primeros versículos de este capítulo Dios les hace dar una mirada al pasado y notar las maravillas que Dios había obrado con Abraham. Les hace entender que fue Dios quien hizo todo, le llamó, le protegió, entregó delante de él naciones y le hizo enseñorear de reyes (v.1). Dios obró a favor de Abraham, lo haría también a favor del pueblo de Israel y lo hará también contigo. «Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra» (Salmo 121:1-2)

Contamos con su presencia
Dios no cierra su oído, Él escucha nuestra oración y la responderá en su debido momento
«Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo» (Hechos 18:9-10). Corinto era una ciudad grande y, seguramente, intimidante por su prosperidad, sabiduría, economía. ¿Sería que Pablo, el gran evangelista y predicador, sintió temor de hablar en Corintio? Es muy posible, lo dice también en 1 Corintios 2:3. Es la única ocasión, durante los viajes misioneros de Pablo, que el Señor se le aparece y le dice: No temas… yo estoy contigo. La presencia del Señor siempre estará con nosotros. Su promesa antes de regresar a la gloria fue: «he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20). Lo ha dicho y lo va a cumplir.
Escucha nuestra oración

«Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está» (Génesis 21:17). Dios es grande y obra maravillas. Lo vemos hacer grandes cosas a través de grandes hombres. ¿Escuchará Dios el clamor de un muchacho angustiado en el desierto? Claro que sí. Dios no hace acepción de personas. No se interesa en los grandes para descuidar los indefensos. Dios le recuerda al pueblo de Israel que: «Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido» (Deuteronomio 10:18-19). Ninguno pasa por alto. El ángel le dijo a Daniel: «Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido» (Daniel 10:12). ¿Cuándo lo escuchó Dios? Desde el primer momento que Daniel había clamado. Dios no cierra su oído, Él escucha nuestra oración y la responderá en su debido momento.

Su carácter no cambia

Alabamos a Dios porque lo que Él hace nos da tranquilidad y consuelo en medio del temor. Pero, no es solamente lo que él hace sino más aun lo que Él es. Su carácter no cambia. En muchas ocasiones en que Dios dice «no temas», Él deja en claro también quién es Él. A Abraham dijo «No temas, yo soy tu escudo» (Génesis 15:1); a Isaac: «No temas, yo soy el Dios de Abraham tu padre» (Génesis 26:24); a Jacob dijo: «No temas, yo soy Dios» (Génesis 46:3); al pueblo de Israel dijo: » No temas, yo soy tu socorro, Santo de Israel, tu Redentor» (Isaías 41:14) y también, «No temas, yo soy Jehová, Creador tuyo, Formador tuyo» (Isaías 43:1). Necesitamos ser recordados con frecuencia de la grandeza de Aquél en quien hemos creído, de su poder, de su control. Él no cambia, su palabra es firme y sus promesas seguras. Es digno de nuestra confianza. «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Hebreos 13:8).

Miguel Mosquera

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