Mas él con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismoMarcos 14:31
Los milagros y enseñanzas de Cristo eran absolutamente necesarios, demostrando la deidad y autoridad del Señor, pero ellos en sí solos no eran suficientes. Eran necesarias la muerte y la resurrección de Cristo para darnos un fundamento sólido a nuestra fe y una esperanza viva y real. Sin la resurrección, dar la vida no hubiese sido más que morir por una buena causa. Esto es lo que el apóstol Pablo expresa en 1 Corintios 15, al decir: “Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana… entonces los que durmieron en Cristo perecieron”. La resurrección de Cristo les dio a los discípulos (así como a todo creyente) una esperanza eterna y gloriosa en los cielos.
Pedro vio a Cristo resucitado, así como los demás discípulos. Esto confirmaba todo lo que Cristo había dicho y hecho. La resurrección de Cristo les daba la seguridad del perdón de sus pecados y de su entrada al cielo. Ahora las palabras: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10) tenía completo sentido, porque sabían que más allá de la muerte había la recompensa y una eternidad gloriosa para el creyente.
Esto muestra el por qué la importancia que le dieron los apóstoles de predicar a Cristo, su muerte y resurrección. Por eso Pablo dijo a los Efesios que el que está sin Cristo, está sin esperanza y sin Dios en el mundo (Efesios 2:12).
Gracias a la resurrección de nuestro Señor, el que está en Cristo puede decir con seguridad y convicción: “el morir es ganancia”.
Miguel Mosquera
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