Y vino a mí Hanameel hijo de mi tío, conforme a la palabra de Jehová, al patio de la cárcel, y me dijo: Compra ahora mi heredad, que está en Anatot en tierra de Benjamín, porque tuyo es el derecho de la herencia, y a ti corresponde el rescate; cómprala para ti. Entonces conocí que era palabra de JehováJeremías 32:8
Muchas veces quisiéramos que Dios nos explicara todas las cosas antes de poder tomar el paso de obedecer su voluntad. Es como si Dios tuviera que convencernos primero como una condición de si pensamos que la explicación es razonable entonces estaríamos dispuestos a obedecerle. ¿Dónde estaría la confianza entonces? ¿No seríamos jueces de lo que Dios nos dice?
Jeremías nos da una gran lección. Al saber que era Dios el que le estaba indicando comprar la heredad, él obedece primero. Sin cuestionar los caminos y los pensamientos de Dios, Jeremías compra la heredad. Cuando la transacción había sido hecha, una vez que Jeremías había obedecido a la palabra de Dios, entonces Jeremías ora a Dios con el propósito de saber la razón de lo que Dios le había mandado, no con una actitud de duda o molestia, sino como el discípulo dispuesto a aprender del Dios infinitamente sabio.
Sin poner condiciones a Dios, obedezcamos primero.
Para andar con Jesús no hay sendero mejor
que guardar sus mandatos de amor.
Obedientes a Él siempre habremos de ser,
y tendremos de Cristo el poder.
Obedecer y confiar en Jesús,
es la senda marcada
para andar en la luz.
Miguel Mosquera
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