Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempreJuan 14:16
Las promesas de Dios son un ancla firme para los momentos de dificultad. Esta promesa dada por el Señor fue la promesa de la venida del Espíritu Santo, que ocurrió el día de Pentecostés (Hechos 2).
Al referirse al Espíritu Santo como ‘otro Consolador’, está hablando de Él como uno que es como Cristo. El Señor había estado con ellos en todo momento desde que habían sido llamados como discípulos para estar con Él. Este Consolador, el Espíritu Santo, iba a continuar lo que Cristo había ha comenzado e iba a estar con ellos en todo momento. Después del Señor regresar al cielo, vendrían tiempos muy difíciles, de persecución y oposición, pero ellos no iban a quedar solos ni abandonados.
Cuando vinieran los tiempos difíciles, el Espíritu Santo estaría con ellos antes de la batalla o de la tempestad, para prepararlos y fortalecerlos. Estaría con ellos durante la batalla, para ayudarlos y animarlos, y estaría con ellos después de la batalla o de la tempestad, para consolarlos.
¡Qué maravilla que el Espíritu Santo no solamente hizo esto para los discípulos, sino que lo sigue haciendo para nosotros!
Por el Consolador
que dionos el Señor ¡load a Dios!
Mora en la eternidad
la Santa Trinidad:
¡hermanos, alabad al trino Dios!
Miguel Mosquera
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