Partimiento del Pan

MiguelLa iglesia localLeave a Comment

La noche en que el Señor Jesucristo fue entregado tomó un pan y luego la copa e instituyó un memorial para recordarle y adorarle. Este fue un tiempo muy especial y valioso que tuvo con sus discípulos y lo expresó diciendo: “¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” (Lucas 22:15). Si para el Señor Jesucristo fue un momento tan especial, ¡cuánto más debería serlo para los creyentes redimidos por su obra en la cruz!

Las principales referencias sobre la Cena del Señor las tenemos:

  • Su Institución – Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:19-20
  • Su Práctica – Hechos 2:42; 20:6-7
  • Su Doctrina – 1 Corintios 10:16-18; 11:17-33

Así que, de estos pasajes tenemos información suficiente para nuestra guía de cómo debe ser la Cena del Señor.

Hay dos nombres que las Escrituras dan para este memorial:

  • Partimiento del pan (Hechos 2:42), siendo éste uno de los símbolos utilizados (y el primero) en esta reunión. Al hablar del partimiento del pan se hace ver la simpleza de esta reunión, son dos símbolos, pan y copa, muy sencillos con un gran significado.
  • Cena del Señor (1 Corintios 11:20); donde la palabra ‘cena’, quiere decir ‘la comida principal’; así que este nombre no está relacionado con la hora del día sino con la importancia del momento. Al hablar de la cena del Señor se hace ver que la dignidad del Señor es prominente.

(La expresión ‘partir el pan’ también puede referirse a un momento de comunión y compartir alimentos y no necesariamente a la reunión de la cena del Señor – Lucas 24:35; Hechos 2:46. También la palabra ‘cena’ podía referirse a una comida de convivencia que hacían los creyentes antes de realizar la cena del Señor – 1 Corintios 11:21. Ambas expresiones deben ser distinguidas del memorial insituido por el Señor).

La cena del Señor es un mandato divino, porque dijo: “haced esto” (Lucas 22:19). Es un memorial: “en memoria de mí” (Lucas 22:19), y estamos recordándole a Él. Esto no solamente implica ‘hacer memoria de su muerte’, sino hacer memoria de Él. Todo lo que el Señor Jesucristo es: sus glorias, su humanidad, deidad, atributos, muerte, resurrección, exaltación, sacerdocio, y no nos alcanzaría el espacio para describirle, pero consiste en una total y plena ocupación en Él. La cena del Señor también es un mensaje porque se proclama la muerte del Señor y su pronta venida (1 Corintios 11:26).

La cena del Señor no es una sustitución de la fiesta de la Pascua en el Antiguo Testamento. Las fiestas de Jehová (Levítico 23) tienen su cumplimiento pleno en Cristo, mas no era el deseo de Dios de que fuesen sustituidas por alguna otra celebración en los tiempos de la iglesia. De otra manera, tendríamos instrucciones sobre el reemplazo de cada una.  La Pascua tiene su cumplimiento pleno en el sacrificio del Señor Jesucristo en la cruz, no en la cena del Señor.

Los Símbolos

La cena del Señor en sí consta de dos símbolos, como el Señor mismo lo instituyó:

  • Pan: “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo” (Mateo 26:26). El pan simboliza, en primer lugar, el cuerpo del Señor que fue dado por nosotros (Lucas 22:19). Es una maravilla meditar en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo, el Verbo eterno de Dios. Su cuerpo fue un instrumento para glorificar a Dios en todo momento, sin embargo, fue entregado por nosotros para sufrir grandemente en la cruz por nuestros pecados.
    El pan también nos señala la unidad del pueblo de Dios que está reunido. Así lo expresa 1 Corintios 10:17 – “siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan”. De esta manera, el pan debe ser uno solo, no varios panes individuales. Cada creyente en comunión participa de este pan: “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio” (Lucas 22:19). El diccionario Strong nos dice que ‘partir’ significa ‘fracturar’. Esto quiere decir, que es necesario tener un pan al que quitamos un pedazo para comerlo, y así cada uno de los que participan; no es una galleta individual que se come entera.
  • Copa: “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:27-28). El diccionario Strong nos dice que la palabra ‘copa’ significa: “vaso para beber; por extensión el contenido. También se traduce como: jarro, vasos de beber, cáliz, copa” (en la versión de la Biblia RV1909 se traduce como ‘vaso’ en Mateo 26:27). Así que, no necesariamente debe tener la forma que hoy día conocemos como copa, sino que debe ser un utensilio que contenga líquido.
    ¿Cuál es este líquido? Siguiendo las palabras del Señor en Mateo 26:29 – “este fruto de la vid” nos dan a entender que el contenido de la copa debe ser fruto de la uva, bien sea vino o jugo.
    El significado de la copa es la sangre del Señor Jesucristo derramada en la cruz del Calvario por nuestros pecados. Es la sangre del nuevo pacto y el costo de nuestra redención: “fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 2:18-19).

Tanto el pan como la copa son símbolos sencillos con un gran significado. En ningún momento ellos se convierte en el cuerpo y la sangre del Señor. La enseñanza de la transubstanciación es contraria a las Escrituras, al igual que la consubstanciación.

¿Cuándo se debe realizar la Cena del Señor?

Hay muchas opiniones diferentes sobre este tema. Algunos realizan la cena del Señor anualmente, trimestralmente o cuando mejor les parece. ¿Es esto lo que el Señor quiere?

Si bien no tenemos una instrucción específica en el Nuevo Testamento sobre cuándo debe hacerse la cena del Señor o con qué frecuencia, hacemos bien en mirar la práctica de las primeras iglesias en el Nuevo Testamento.

En cuanto al día tenemos dos referencias que nos ayudan. La primera es Hechos capítulo 2 donde aprendemos que la primera cena del Señor fue celebrada un día domingo. Era el día de Pentecostés (Hechos 2:41), cuando se formó la primera iglesia en Jerusalén y esto vino acompañado con una predicación del apóstol Pedro, la salvación, bautismo y recepción a la iglesia de al menos 3.000 personas, y también la reunión del partimiento del pan. Años más tarde el apóstol Pablo llegó a la ciudad de Troas y se reunió con la iglesia allí el primer día de la semana (domingo) para partir el pan (Hechos 20:7). Esto quiere decir que desde el comienzo, y con el paso del tiempo, los primeros discípulos realizaron la reunión de la cena del Señor un día domingo.

Ahora, ¿cada cuánto tiempo? Volvamos al pasaje de Hechos 20:6-7 – “en cinco días nos reunimos con ellos en Troas, donde nos quedamos siete días. El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan”. La iglesia se reuniría el domingo para partir el pan y por mucho que el apóstol tenía prisa en llegar a Jerusalén, él esperó 7 días para reunirse con los discípulos en la cena del Señor.

También en 1 Corintios 11:26 dice: “todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa”. Esto implica frecuencia en la realización de la cena del Señor.

Estos pasajes son una guía para conocer que los primeros discípulos se reunían cada primer día de la semana para partir el pan, por lo que es nuestro deber seguir este mismo principio.

Algunos piensan que hacerlo muy seguido se convierte en una rutina y deja de ser especial. Hacerlo con frecuencia no significa que deja de ser especial. No es la frecuencia lo que hace especial la cena del Señor, sino nuestra actitud y aprecio por el Señor Jesucristo y su obra que ha hecho por nosotros.

¿Quiénes pueden participar de la Cena del Señor?

Cada vez que leemos de la cena del Señor nos damos cuenta que siempre está asociada a una iglesia local. No leemos de la cena del Señor en un ambiente familiar o de simple amistad. Siempre es en relación con la iglesia (Hechos 2:42; 20:7; 1 Corintios 11:18-26). En Hechos 20 el apóstol Pablo venía de viaje con varios creyentes. Ellos pudieron haber realizado la cena del Señor en el barco o mientras iban de camino, pero no lo hicieron, sino que esperaron siete días para poder estar con la iglesia en la cena del Señor.

Incluso en la institución de la cena del Señor en los evangelios, el evangelio de Juan nos da a entender que Judas estuvo presente en la celebración de la Pascua mas no estuvo en la institución de la Cena del Señor, porque dice que “Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche” (Juan 13:30).

En Hechos 2:41-42 nos damos cuenta que perseveraron en el partimiento del pan quienes ya habían sido recibidos en la iglesia, así que deben participar quienes estén en la comunión de la iglesia local.

Por los relatos de los evangelios y las instrucciones del apóstol Pablo en 1 Corintios se entiende que todos participaron tanto del pan como de la copa. El apóstol destaca en 1 Corintios 11:26 – “todas las veces que comiereis de este pan, y bebiereis esta copa”, nos hace ver que todos los creyentes en comunión en la iglesia de Corinto participaban tanto del pan como de la copa.

La cena del Señor es un memorial muy sencillo pero que tiene mucho significado para el creyente. No debe ser una obligación o rutina el congregarnos para hacer memoria del Señor, lo debemos hacer de corazón. Cuando el Señor estaba en el Getsemaní, en un momento tan trascendental para Él y de gran angustia, los discípulos no parecían tener la misma percepción de lo que estaba ocurriendo porque dormían. Así también puede ocurrir con nosotros. El Señor aprecia nuestra ocupación en Él y adoración a Él, que sea con corazones agradecidos y llenos de Él que nos reunamos cada primer día de la semana para hacer memoria de Él en la cena del Señor.

Señor, la misma noche de angustia y de dolor 
cuando entregado fuiste por mano del traidor, 
tu dulce voz oímos: “memoria haced de Mí”. 
Con gratitud queremos memoria hacer de Ti. 

Miguel Mosquera

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