Hubo, en el primer siglo, un gobernador romano llamado Félix, el cual estaba a cargo de la región de Judea. Era conocido como un hombre cruel y corrupto. Había seducido a una mujer casada, llamada Drusila, para que dejara su marido y se juntara con él.
Este es el trasfondo de la historia que se relata en la Biblia en Hechos capítulo 23 y versículos 22 al 27. El apóstol Pablo estaba preso y tuvo que comparecer ante Félix para presentar su defensa por las acusaciones de los judíos.
Una de las características que nos dice la Biblia era que Félix estaba “bien informado de este Camino”, es decir, que estaba bien informado sobre el mensaje del evangelio que tiene como tema central a Jesucristo, quien es el único camino al cielo. Jesús mismo lo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Félix conocía sobre Jesús, pero nunca había creído en Él.
La historia de Félix continúa, cuando al parecer, éste mostraba algo de interés por el evangelio, así que, estando con su esposa, llamó a Pablo para escucharle hablar más acerca de Jesús. El apóstol fue claro y directo con el mensaje, le habló “acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero” (Hechos 23:25). Este mensaje espantó a Félix y no quiso escuchar más.
El mensaje estaba exponiendo la oscuridad de su pecado. Llegó como una flecha a la conciencia de este hombre acusándole inmediatamente por todo lo que había hecho. En lugar de arrepentirse y buscar el perdón, prefirió no escuchar más. No le gustó que le dijeran la verdad.
Así hay algunos que no les gusta que señalen su pecado y le hagan ver que están mal delante de Dios. Solamente quieren escuchar sobre el Dios de amor que quiere que todos sean salvos, pero ni siquiera comprenden el por qué necesitan ser salvos.
Cerrar tus oídos al evangelio no cambiará nada en cuanto a tu destino eterno¿Será que el mensaje del evangelio le hace sentir incómodo? ¿Prefiere no escucharlo antes que reconocer que está perdido delante de Dios y arrepentirse de su pecado?
El evangelio necesita presentar la verdad del pecado, de lo contrario la persona no podrá entender por qué es tan urgente ser salvos.
No mereces la salvación, estás perdido. Sin embargo, “el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Has pecado delante de Dios, sin embargo, “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
Cerrar tus oídos al evangelio no cambiará nada en cuanto a tu destino eterno; más bien corres un tremendo peligro al caminar “tranquilo” hacia la condenación.
Otro hombre en la Biblia no perdió la oportunidad de salvación, y arrepentido de corazón preguntó: “¿qué debo hacer para ser salvo?” La respuesta fue clara y sencilla: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:30,31).
Aquel que se reconoce pecador delante de Dios puede encontrar, por la fe en Cristo Jesús, al perfecto Salvador de su alma.
Miguel Mosquera
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