En su conversación con Nicodemo, en Juan capítulo 3, el Señor Jesucristo dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Quizás este es uno de los versículos que han dado más posibles interpretaciones, muy diferentes una de la otra.
En primer lugar, es importante recordar que ningún pasaje en las Escrituras, interpretado de acuerdo con su contexto, está en contradicción con el resto de las Escrituras. De manera, que no utilizamos este versículo para interpretar el resto del Nuevo Testamento, sino que la enseñanza de la Palabra de Dios nos ayuda a comprender lo que el Espíritu Santo nos está instruyendo, “pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (1 Corintios 14:33).
Principalmente, la diferencia radica en la expresión “nacer del agua”. ¿A qué se refiere?
¿Se refiere al nacimiento natural?
Algunos entienden que el Señor está hablando de dos nacimientos: el nacimiento natural y el nacimiento espiritual; haciendo referencia al nacimiento natural como nacer del agua, debido a que el bebé se encuentra en el líquido amniótico en el vientre de su madre.
El problema con esta interpretación es que no hay ninguna otra parte en la Biblia que mencione el agua dando a entender que se refiere al líquido amniótico, ni tampoco hay evidencia de que hombres en los días de Jesús entendieran el nacimiento natural como un nacimiento “del agua”.
Este versículo está en conexión con los vv.3,7 donde el Señor tiene en mira un solo nacimiento, esto es, el nacimiento espiritual. Además, las palabras de Jesús hablan de que es necesario “nacer del agua y del Espíritu” para entrar en el reino de Dios. Si el nacer del agua se refiriera al nacimiento natural, entonces el Señor estaría diciendo que es necesario que las personas nazcan en el mundo, lo cual sería una afirmación completamente innecesaria y absurda hacer, además que añadiría más a la confusión de Nicodemo que pensaba que era necesario que una persona, siendo vieja, pudiera entrar nuevamente en el vientre de su madre y nacer (v.4).
¿Se refiere al bautismo?
Son más los que apoyan el punto de vista de que ‘nacer del agua’ es una referencia al bautismo. Por ejemplo, Albert Barnes comenta en este pasaje: “del agua, aquí, significa evidentemente el bautismo. De esta manera es usada esta palabra en Efesios 5:26 y Tito 3:5”.
Pero aquí hay un problema con los pasajes que él cita. Leamos Efesios 5:26, “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”. No hay ninguna referencia al bautismo, más bien se está hablando claramente que el agua es una figura de la Palabra de Dios. El pasaje es bien claro: “el lavamiento del agua por la palabra”.
Tito 3:5 dice: “por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. Tampoco tenemos referencia al bautismo aquí, ni se puede inferir del texto que está hablando del bautismo sin desviarse de la enseñanza de otros pasajes claros del Nuevo Testamento. (Ver también el artículo ¿El bautismo salva?)
Si bien Nicodemo pudo haber sabido sobre el bautismo de Juan, nada sabía sobre la institución del bautismo cristiano, ya que ni siquiera había ocurrido. Entonces, ¿por qué el Señor le explicaría a Nicodemo el nuevo nacimiento con algo que ni siquiera había comenzado a practicarse? Esto no haría otra cosa que añadir a la confusión de Nicodemo.
Adicionalmente, si el bautismo en agua fuese necesario para la salvación, ¿por qué el Señor Jesucristo no bautizaba y el apóstol Pablo daba gracias porque no había bautizado sino a unos pocos corintios? (ver Juan 4:2; 1 Corintios 1:14-17).
El profeta Ezequiel nos da luz para entender este versículo
No hay que perder de vista que el Señor Jesucristo está explicando a Nicodemo sobre lo que ya dijo en el v.3, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. La explicación del el Maestro de maestros debió estar orientada a lo que Nicodemo ya conocía.
Un pasaje con el cual Nicodemo estaría familiarizado sería Ezequiel 36:24-27,
Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré un corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carneEzequiel 36:24-27
Dios está hablando sobre la restauración de Israel y del nuevo pacto con ellos. Dios está utilizando metáforas o ilustraciones para hacernos entender bien la naturaleza de su obra. Dios no está hablando de que las personas tienen literalmente un corazón de piedra y que Dios va a desconectar los vasos sanguíneos para darles un corazón de carne. De la misma manera, tampoco está diciendo que literalmente vaya a rociar agua sobre ellos y que esa agua servirá para limpiar sus pecados. Es un símbolo.
Está haciendo referencia a la necesidad del lavamiento de los pecados y en este sentido está utilizando el símbolo del agua. John Heading comenta: “El corazón es terriblemente malvado y ninguno puede curarlo; más bien, esta limpieza lleva a un nuevo corazón y Dios, entonces, coloca un nuevo Espíritu dentro. Es igual hoy; somos lavados por medio de la Palabra de Dios revelando el valor de la sangre de Cristo, mostrando el nuevo camino para el creyente. Véase también Juan 6:63. El Espíritu no solamente efectúa este cambio, pero también entra en el corazón del creyente. Esta vida nueva no reforma la vieja naturaleza, sino que es adicional a ella, siendo que el viejo hombre ha sido crucificado con Cristo» 1
Nicodemo conocería este pasaje en Ezequiel y podría entender la enseñanza que Cristo está haciendo. Además, esta explicación está de acuerdo con otros pasajes del Nuevo Testamento que enfatizan que la salvación es únicamente por la fe en Jesucristo, no por el bautismo.
Más adelante, el Señor Jesús le explica a Nicodemo cómo esto tiene lugar haciendo referencia dos veces a esta expresión: “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (vv.15,16).
Entonces, ¿ya naciste de nuevo?
Miguel Mosquera
1 Heading, J. (2015). John (p. 58).
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