Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras… bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo profundo de la tierraSalmo 139:13-15
Dios es Todopoderoso, nada hay difícil o imposible para Dios. Una de las evidencias del poder de Dios es la creación, “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:3), y también, “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (Romanos 1:20).
Ahora, el salmista se está refiriendo al poder de Dios en algo más personal. “Tú me hiciste en el vientre de mi madre”. David no está hablando de la formación de Adán en el principio de la creación. Él se está refiriendo a su propia formación como una obra detallada y maravillosa de Dios. Yo sé que hay leyes y procesos naturales que Dios ha colocado en su creación, pero no debemos pensar que Dios hizo las cosas al principio y luego se alejó para ocuparse de otros asuntos. Dios no está ausente ni ajeno a su creación, sino activamente involucrado e íntimamente relacionado con ella. Todo bebé sigue estos procesos naturales al ir formándose en el vientre de su madre, pero el asunto va más allá de solamente esto. ¿Ha pensado alguna vez que su formación en el vientre de su madre es una obra de Dios? Como una persona toma las agujas para tejer con esmero algún vestido, así el Dios Todopoderoso estaba cuidadosamente formándole en el vientre de su madre.
¿Ha dejado Dios de tener ese mismo cuidado e interés por sus hijos redimidos? De ninguna manera. Él está activamente involucrado en nuestra vida.
Esto nos lleva a maravillarnos de su grandeza y poder de una manera muy personal. “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!” (Salmo 139:17)
¡Tremendo poder! ¡Ilímite amor!
Misterioso Ser, te damos loor.
Cuán maravillosa tu gran creación;
mas ¡oh, qué asombrosa es tu gran redención!
Miguel Mosquera
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