¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! … Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentabaSalmo 3:1,5
Los enemigos se habían multiplicado y David no se encontraba dentro de los muros de la ciudad ni protegido por el palacio real. Con Absalón no solamente había mucha gente, pero también estaba uno de los consejeros y amigos íntimos de David: Ahitofel. Seguramente no podríamos imaginar un momento donde el rey se encontraba más vulnerable que este. Además, David podía escuchar lo que otros decían de él: “no hay para él salvación en Dios” (v.2). Sin embargo, la confianza de David estaba en Dios. Esto le permitía tener serenidad y confianza a pesar de las adversidades.
Si algo nos quita el sueño son las preocupaciones diarias. El temor y la incertidumbre nos quitan la tranquilidad y esto se hace evidente al momento de dormir. Incluso el enemigo busca desmoralizarnos al susurrar a nuestro oído: “no hay para ti salvación en Dios”. Dios es fiel a sus promesas. Él está por encima de todo y en control de cualquier circunstancia para mostrarnos que “La salvación es de Jehová”.
Podemos acostarnos y dormir, porque Dios es quien nos sustenta.
A tu sombra, Dios clemente,
yo tranquilo dormiré;
y tu amor, Omnipotente,
yo mi vida fiaré.
Alabanzas, alabanzas
doy a Ti, mi Salvador.
Miguel Mosquera
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