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Se deshace mi alma de ansiedad

Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabraSalmo 119:28

Nunca debemos subestimar el poder de la Palabra de Dios, cualesquiera sean las circunstancias que estemos viviendo. El escritor de este salmo menciona la Palabra de Dios en casi cada uno de los 176 versículos que conforman el salmo. En la Palabra de Dios ha encontrado guía, sabiduría, delicia, instrucción, esperanza y la lista continúa. En este versículo vemos que ha encontrado también sustento.

Sus circunstancias no se describen, pero sí el efecto que ellas han tenido, describiéndolo de esta manera: “se deshace mi alma de ansiedad”. Esta palabra ansiedad es una tristeza y sufrimiento profundo, un gran peso que hace polvo aquello donde cae; un fuego intenso que derrite y consume lo que encuentra. Siente como si todo se desmorona dentro de sí.

Es posible que haya circunstancias en nuestra vida que producen este mismo efecto dentro de nosotros. El mundo ofrece muchas alternativas y recursos para tratar de combatir esta ansiedad y lo que más quisiéramos es que simplemente se vaya.

Esta ansiedad muchas veces hace que nos alejemos de Dios, pero es precisamente en este momento que más necesitamos de Él. Dios nos ha prometido su presencia y fortaleza cuando acudimos a Él por socorro y refugio. Él puede darnos serenidad y utiliza su Palabra para sustentarnos.

Hay un recurso que ha estado disponible por siglos y ha mostrado su efectividad para darnos sustento y seguridad: la Palabra de Dios. Por algunos, olvidada y por muchos, descuidada, pero sigue teniendo vigencia y poder para dar serenidad a nuestra alma.

Cuando mi mente vague,  
ya incierta, ya veloz, 
concédeme que escuche, 
Señor, tu clara voz. 
Anímame si paro,  
inspírame también; 
repréndeme si temo  
en todo hacer el bien. 

Miguel Mosquera

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