Hay mucha presión a nuestro alrededor que quiere hacernos seguir el camino de los incrédulos. Fácilmente podemos ser llevados a hacer cosas con el fin de “encajar en el grupo”. “Todo el mundo lo hace” es una frase muy usada para justificar una conducta o un estilo de vida.

Muchas veces al principio no parece haber nada de malo, pero luego trae consecuencias trágicas. Salomón aconseja a su hijo para que no se deje engañar por la sutileza del pecado. Después que una persona ha consentido con los pecadores y andado en sus caminos es más difícil salirse. Ellos no tienen temor de Dios y por eso desprecian la sabiduría y la enseñanza.

El creyente debe vivir siempre “en el temor de Jehová”. Conscientes de que estamos constantemente en su presencia y debemos actuar en base a ello. Nuestra interacción con otras personas, en la familia y el trabajo, nuestro uso de las redes sociales y el internet, deben estar caracterizados por el temor de Jehová.

El libro de los Salmos comienza con uno que siguió este consejo: “Bienaventurado el varón (y también la mujer) que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia” (Salmo 1:1-2).

Más santidad dame, más odio al mal; 
más calma en las penas, más alto ideal. 
Más fe en mi Maestro, más consagración; 
más celo en servirle, más grata oración.

Miguel Mosquera