...nuestro Señor Jesucristo... el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores1 Timoteo 6:14-15
La combinación de títulos en este versículo expresa la inmensa grandeza de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Unos versículos antes el apóstol menciona la ocasión cuando el Señor estuvo delante de Poncio Pilato. Recordamos la arrogancia de este débil gobernante al dirigirse al Hijo de Dios diciéndole: “¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte?” (Juan 19:10). Pilato era incapaz de darse cuenta quien tenía enfrente. Cristo, con mucha serenidad, le contestó: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba” (Juan 19:11). ¡Qué tremenda respuesta!
Es el título ‘Soberano’ al que queremos llamar la atención. Es la palabra ‘dinastas’ que quiere decir ‘una persona poderosa, príncipe, funcionario de gran autoridad’. Es utilizada en Lucas 1:52, donde dice: “Quitó de los tronos a los poderosos”. Grandes poderosos se han levantado para gobernar las naciones, sin embargo, todos ellos han sido (y serán) quitados y, al final, darán lugar al solo Soberano, el Señor Jesucristo. Todos ellos han tenido un trono temporal, pero del Hijo dice: “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre” (Salmo 45:6).
También esta palabra es utilizada para describir al eunuco en Hechos 8, quien era funcionario (hombre de gran autoridad) de la reina de Candace. Este hombre tenía mucha autoridad en Etiopía, pero Cristo dijo: “Toda potestad [autoridad] me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18).
Nuestra esperanza nunca debe estar puesta en los gobernantes de la tierra. Los reinos pasan, pero Cristo permanece para siempre. Los gobernantes fallan, pero Cristo nunca falla. Presidentes y reyes hay muchos, pero Cristo es el solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores.
Firmes y adelante, huestes de la fe,
sin temor alguno, que Jesús nos ve.
Jefe soberano, Cristo al frente va,
y la regia enseña tremolando está.
Miguel Mosquera
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