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¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?Génesis 4:9

Caín había matado a su hermano, ahora está mintiendo y tratando de excusarse delante de Dios. La respuesta a la pregunta de Caín es obvia: por supuesto que era guarda de su hermano. Él mismo está diciendo que es su hermano, así que se debe interesar por él.

La misma pregunta es válida para nosotros. Los quehaceres del día a día nos ocupan tanto que se pasa el tiempo sin que sepamos lo que está ocurriendo en la vida de otros creyentes. Debemos interesarnos por nuestros hermanos. No podemos ser insensibles a las pruebas o necesidades de otros en la familia de Dios. La Palabra de Dios nos dice «Los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular» (1 Corintios 12:25-27). No podemos vivir aislados de los demás y ocupados egoístamente sólo en nuestros asuntos. Nos necesitamos los unos a los otros.

Una manera de mostrar interés es orando por nuestros hermanos. Sin embargo, no pensemos que al orar ya cumplimos con nuestra responsabilidad. Dijo el Señor: «Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis» (Mateo 25:37-40). Es un enorme privilegio servir a otros porque es como si lo estuviéramos haciendo al Señor mismo. También de Santiago aprendemos: «Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?» (Santiago 2:15-16).

Entonces, ¿eres guarda de tu hermano? Por supuesto que sí. Hoy es un buen día para mostrarlo.

Miguel Mosquera

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