Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamadosRomanos 8:28
Hay una frase clave en este versículo: «los que aman a Dios». El capítulo 8 de Romanos nos habla sobre vivir en el Espíritu. Los que aman a Dios quieren agradar a Dios, por lo tanto, busca alejarse de aquello que es carnal, ya que «los que viven según la carne no pueden agradar a Dios» (Romanos 8:8). Entonces, no es solamente quienes son salvos, sino que es una promesa para creyentes que aman a Dios. ¿Qué le contestarías al Señor si hiciera la pregunta: «me amas»?
Así que, «a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien». No es que todas las cosas son buenas, sino que el resultado de todas las cosas será para bien. Aun las pruebas y dificultades Dios las puede usar para fortalecer nuestra fe, para nuestro bien espiritual.
José fue rechazado y vendido por sus hermanos. En Egipto fue tratado injustamente, puesto preso y también olvidado. ¿Qué provecho podía haber en las pruebas de José? Muchos años después, José mismo testifica a sus hermanos: «vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó para bien» (Génesis 50:20).
Esta promesa de Dios es segura. El versículo comienza diciendo, «Y sabemos». Está en contraste con el v. 26, que dice «qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos». Muchas cosas que nosotros no sabemos, a veces cosas muy elementales, como lo que debemos pedir en oración. Sin embargo, podemos tener seguridad en las promesas de Dios, porque «sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien». Un versículo muy parecido encontramos en el Salmo 84:11-12, «Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad. Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía».
Miguel Mosquera
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