Un auto único y millonario destruido en un momento

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El Koenigsegg CCXR Special One es un auto superdeportivo único en el mundo. Fabricado por la empresa sueca Koenigsegg, este vehículo tiene la capacidad de acelerar de 0 a 100 km/h en tan sólo 2,9 segundos y alcanzar velocidad de hasta 400 km/h. Cuenta con un motor V8 y 4,8 L que le da una potencia de 1.018 caballos de fuerza. Fue diseñado con tecnología utilizada en la Fórmula 1.

Estas y otras características hacen del Koenigsegg un auto muy valioso. Fue fabricado especialmente para la familia real de Catar, y está valorado en unos 30 millones de pesos (aprox. 1,5 millones de dólares).

Aunque el lector no tenga un superdeportivo en la cochera de su casa, posee algo mucho más valioso que un Koenigsegg CCXR. Usted tiene un alma que es mucho más valiosa que 30 millones de pesos.

Usted y yo somos hechos a la imagen de Dios. Génesis 1:27, dice, “creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”. Cada ser humano es una obra única en el mundo, y de mucho valor para Dios. Tan alto es el valor que “Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (Porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás)” (Salmo 49:6-8).

¿Cómo es que hay personas que con tanto descuido desperdician su vida tan valiosa y tratan con tanta ligereza el destino eterno de su alma?
El 17 de marzo de 2019 este auto iba a alta velocidad por el Paseo de la Reforma, en Ciudad de México. En un video, que rápidamente se hizo viral en internet, se ve el auto deportivo perder el control y chocar a toda velocidad contra un poste. El auto quedó destrozado en un momento. De forma extraña, no se sabe quién iba conduciendo este carro, pero sólo una persona necia e imprudente trataría con tanto descuido algo tan valioso.

¿Cómo es que hay personas que con tanto descuido desperdician su vida tan valiosa y tratan con tanta ligereza el destino eterno de su alma? Por eso el Señor Jesucristo dijo, “cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:26-27).

Hay quienes arruinan sus vidas en el alcohol, las drogas, las fiestas y demás placeres temporales del pecado. Dios considera su vida de tan alto valor que para redimirla no es suficiente todo el oro y la plata del mundo, sino que fue necesaria la sangre derramada por el amado Hijo de Dios en la cruz del Calvario. “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19).

No desperdicies tu vida en el pecado. Confía en Cristo como tu Salvador personal. Deja que Él te salve de tus pecados,  te dé una vida con verdadero propósito y una esperanza segura en los cielos, librándote de la ruina y condenación eterna.

Miguel Mosquera

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