Un cántico de liberación

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Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro DiosSalmo 40:3

Una manera en que pudiéramos dividir los primeros 4 versículos del Salmo 40 sería: la confianza, la alabanza y la bienaventuranza.

El salmista comienza mostrando su CONFIANZA en el Señor. "Pacientemente esperé a Jehová” (v.1). El tiempo no es un obstáculo para el cumplimiento de las promesas de Dios. Estas primeras dos palabras ‘pacientemente’ y ‘esperé’ son la misma palabra en hebreo. Es decir, el salmista está diciendo: “esperé y esperé a Jehová”. La demora no era sinónimo de descuido ni desatención de parte de Dios. La ayuda divina vendrá en el momento adecuado, y el salmista lo sabe.

Así como lo esperó vino la liberación de parte de Dios. “Me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso” (v.2). Uno pudiera pensar en José, en el pozo de la desesperación, o en Jeremías, por el lodo cenagoso. La sensación de que se está hundiendo es angustiante, y sabe que su ayuda vendrá de Dios. No es sencillo esperar con paciencia en una situación así, pero de allí Dios lo sacó.

“Puso mis pies sobre peña” (v.2), nos da la idea de seguridad y estabilidad.

Esto nos lleva a considerar la ALABANZA por la liberación. Todo lo que Dios ha hecho es motivo de darle gloria a Él. No se puede detener la lengua para anunciar sus obras y alabar su nombre. Las palabras quedan cortas para contar las maravillas de Dios hacia nosotros.

Culminamos con la BIENAVENTURANZA. “Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza” v.4). Trae gozo saber que siempre podemos confiar en Dios. Su ayuda no tardará.

Miguel Mosquera

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