Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazónSalmo 40:7-8La obediencia del Señor Jesucristo siempre será para nosotros un modelo a seguir. «Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» (1 Samuel 16:7) y no hay duda que Dios se deleitó en contemplar el perfecto corazón de Su Hijo.
El versículo nos muestra sobre la DECLARACIÓN que las Escrituras hacen del Señor Jesucristo. «En el rollo del libro está escrito de mí». Tantas profecías que mostraban, de una manera específica, cómo sería el nacimiento, niñez, ministerio y muerte del Señor Jesucristo. También en las Escrituras vamos a encontrar todo lo que nosotros necesitamos, de forma muy específica, de lo que Dios quiere para nosotros. Para el Señor la ley de Dios era de suma importancia y por eso la había guardado en «medio de mi corazón».
No solamente había el conocimiento de lo que Dios quería para Él pero también estaba la DISPOSICIÓN de hacer la voluntad de Dios. Es más, para Cristo, hacer la voluntad de Dios era un placer y le agradaba hacerlo. A veces hacemos lo correcto porque sabemos que es lo correcto hacer, aunque no lo hagamos de todo corazón; pero Cristo se deleitó siempre en hacer lo que al Padre le agradaba. ¿Cómo está tu disposición de hacer la voluntad de Dios? ¿Lo haces con agrado?
Nada en la vida de Cristo se quedaba en resoluciones de corazón, así que vamos a ver su DETERMINACIÓN de llevarlo a cabo: «He aquí, vengo». Nunca retrocedió, las circunstancias no le hicieron cambiar su manera de pensar, las tentaciones no le distrajeron de su objetivo. Fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
¿Hasta donde llega mi determinación de ser obediente a la voluntad de Dios?
Miguel Mosquera
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